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Emilio J. González

Efectos colaterales

El sistema bancario argentino está arrasado y con el de Uruguay pronto puede suceder lo mismo. ¿Causa? La fuga masiva de depósitos. En siete meses, la banca local ha visto como salía de sus cajas el 40% del dinero depositado en ellas debido a que los argentinos que habían ingresado sus pesos y sus dólares allí para salvarlos de la voracidad y el latrocinio en su país ahora se los están llevando. Esto está provocando que el sistema bancario uruguayo esté al borde del colapso porque ese dinero no está disponible en las cajas, sino colocado en préstamos y otras inversiones que no se pueden deshacer de la noche a la mañana.

El Banco Central uruguayo lleva meses intentando paliar la situación a base de inyectar liquidez al sistema, pero ya no da más de sí: sus reservas de divisas se agotan y apenas tiene pesos para seguir sosteniendo a la banca local, que está al borde del KO. Por ello, el Gobierno decidió que las instituciones bancarias no abriesen sus puertas el martes, pero esa medida no es más que pan para hoy y hambre para mañana. El Ejecutivo no puede mantener los bancos cerrados indefinidamente, porque entonces toda la economía del país se hundiría. Pero ahora si los abre, la cosa puede ser todavía peor porque ha enviado un mensaje de miedo a unos ahorradores entre los que puede cundir el pánico y decidirse por cancelar de golpe sus cuentas, lo que sería aún más nocivo para la economía uruguaya.

La situación, por tanto, es extrema y difícil de solucionar porque estas decisiones y la situación económica del país han hundido al peso uruguayo, que el martes perdió el 40% de su valor frente al dólar. Uruguay, por tanto, se enfrenta a una crisis de liquidez que la estrategia de cinturones sanitarios y ayudas selectivas del Fondo Monetario Internacional para evitar el contagio de la crisis argentina no ha podido evitar. La economía del país, por tanto, se encamina hacia una grave crisis sin precedentes sin que nada ni nadie pueda evitarlo, al menos por ahora. Es uno de los efectos colaterales de lo que ha sucedido en la otra orilla del río de la Plata.

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