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Emilio J. González

El caos de las cajas de ahorros

No se va a crear empleo mientras el crédito no fluya con fuerza hacia la economía privada, lo cual requiere que las cajas de ahorros, que representan más del 50% del sistema financiero español, pongan en orden su casa.

¿Qué va a hacer el Gobierno con las cajas de ahorros? Por mucho que el Ejecutivo ha intentado ocultar sus pérdidas mediante artificios contables de todo tipo, éstas, al final, han acabado por aflorar, si bien no en toda su magnitud. La mitad de ellas ya están en números rojos y Zapatero sigue sin hacer nada al respecto o, lo que es peor, está considerando medidas de política económica que pueden ponerlas en una situación aún más difícil.

Que las cuentas de las cajas de ahorros estén en pérdidas no es ninguna sorpresa. Con el 70% de su cartera de créditos concentrada de una u otra manera en el sector inmobiliario, esto tenía que suceder necesariamente una vez que estalló la burbuja. Sin embargo, ésta explotó hace más de tres años y aquí no se ha hecho nada para sanear el sistema financiero. Es la misma historia que con la crisis económica: primero se niega la misma y después, cuando ya le ha explotado en la cara al Gobierno, éste no hace nada para remediar el desastre. Pues con las cajas se ha tratado de esconder el problema, a base de permitirles que sus cuentas no reflejen el deterioro de sus activos inmobiliarios y de los préstamos vinculados con este sector, con tal de presumir por Europa de un sistema crediticio sólido que ahora se revela infectado por un cáncer que se extiende rápidamente sin que nadie haga nada para contenerlo. Es más, si el Ejecutivo pone en marcha algunas de las ideas que está considerando, como la de evitar los embargos en caso de impago de las hipotecas, lo único que va a conseguir es poner las cosas aún peor de lo que están.

Por si no bastara con ello, el Gobierno sigue demostrando que es incapaz de gestionar con acierto los asuntos del sistema crediticio. Primero le metió de hoz y coz en la actual crisis que padece al impedir al Banco de España seguir endureciendo su política de prevención de riesgos relacionados con el crédito al sector inmobiliario. Querían que la construcción siguiera alimentando el crecimiento económico y el empleo para que Zapatero se pudiera despreocupar por completo de la economía. Pero no cayeron en la cuenta del peligro que acarreaba semejante estrategia para unas cajas de ahorros que decidieron hacer de su capa un sayo y olvidarse de la necesaria prudencia que debe regir todo lo que se refiere a la gestión de los asuntos financieros.

Ahora el Ejecutivo intenta hacer encaje de bolillos para evitar que las cajas empiecen a declararse en quiebra mientras trata de satisfacer los intereses de los barones territoriales socialistas. El resultado es que sigue sin hacerse nada al respecto, en parte porque los recursos que ofrece el FROB para financiar operaciones de concentración entre cajas son más caros que si éstas tienen que buscarlos en el mercado, en parte porque es incapaz de decirle al Banco de España que empiece a actuar de una vez, haciendo quebrar a quien tenga que hacerlo, interviniendo las entidades que tenga que intervenir y forzando a los gobiernos autonómicos a aceptar fusiones interregionales les guste o no.

Zapatero, aquí también, vuelve a actuar con distintos raseros en función de la comunidad autónoma de la que se trate. En Cataluña o Andalucía, gobernadas por socialistas, permite que las cajas de esas regiones no se puedan fusionar con las de otras con el fin de que sigan controladas por su partido; en la Galicia gobernada por el PP quiere impedir que las cajas se fusionen entre sí y forzarlas a entrar en operaciones de concentración suprarregionales. Lo cual ha resultado en el anuncio por parte de la Xunta de un recurso de inconstitucionalidad contra el FROB, recurso que también va a presentar la Comunidad de Madrid por considerar que el FROB invade competencias autonómicas. Vamos, que entre unos y otros, la casa sin barrer.

Zapatero, sin embargo, no pude dejar que la cosa siga deteriorándose de esa manera, porque lo que está en juego es mucho más que el futuro de tal o cual caja de ahorros. Aquí no se va a empezar a superar la crisis económica y, por tanto, no se va a crear empleo mientras el crédito no fluya con fuerza hacia la economía privada, lo cual requiere que las cajas de ahorros, que representan más del 50% del sistema financiero español, pongan en orden su casa, con fusiones, quiebras o lo que tengan que hacer, olvidándose de los políticos regionales que pretendan mangonearlas. Cuanto más se retrase ese momento, más van a sufrir las cajas, más profunda va a ser su crisis y más duras van a resultar para todos las consecuencias de la misma. Y es mejor que Zapatero se ponga pronto manos a la obra, porque tal y como está el patio en los mercados financieros, que albergan tantos temores acerca de la solvencia del sistema bancario español, cualquier día nos dan un disgusto muy serio.

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