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Emilio J. González

El cóctel Molotov de Greenspan

El presidente de la Reserva Federal estadounidense, Alan Greenspan, lleva un tiempo desconcertando a propios y extraños, al lanzarse a una política de recortes de los tipos de interés para tratar de salvar a los mercados financieros, primero, y a la economía de Estados Unidos, después. Pero su estrategia puede crear muchos más problemas de los que pretende corregir, entre ellos el dar lugar a un rebrote de la inflación.

Acaba de saberse que la productividad en EEUU bajó una décima en abril, en contra de las previsiones de los analistas que apuntaban a un incremento de la misma cuantía. Si todo quedara en esta sorpresa, no pasaría nada. El problema es que la productividad lleva bajando varios meses y su tasa de aumento ya se encuentra bastante por debajo del 2%, lo que es preocupante por dos motivos.

En primer lugar, esa tasa tan baja y desacelerándose es un síntoma claro de que las cosas en la economía estadounidense van mal, que la producción se está frenando, y bastante. Así, se explica esa política de despidos por miles de trabajadores en que se están embarcando las empresas estadounidenses de la vieja economía, que se suma a los importantes recortes de plantilla que están produciéndose en las compañías de la nueva economía. Con estos datos de la mano, parece bastante claro que el anunciO realizado la semana pasada por el Departamento de Comercio estadounidense de que el PIB habría crecido un 2% interanual en el primer trimestre no es más que un espejismo. Es lógico, por tanto, que dicha cifra se revise a la baja, y bastante, como ya advirtieron las autoridades económicas el pasado viernes. Y eso que la Fed ya había empezado a relajar su política monetaria.

Éste, precisamente, es el segundo problema, aunque quizás el más importante. Hasta ahora, la economía estadounidense no había tenido problemas de inflación porque las ganancias de productividad compensaban con creces los incrementos salariales. Pero con una productividad a la baja y unos costes laborales que en abril se incrementaron el 5,2%, el caldo de cultivo para un rebrote de la inflación originado por presiones salariales está listo, sobre todo cuando se adereza con el recorte de dos puntos realizado por Greenspan en los seis últimos meses. El antaño admirado maestro de la política monetaria parece que ha perdido su magia y, al tratar de preparar la receta del éxito para evitar una crisis económica en EEUU, puede haber terminado por elaborar un cóctel Molotov con una política monetaria relajada, una productividad a la baja y unos costes laborales creciendo con fuerza. Ahora sólo falta saber si va a explotar y cuando.

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