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Emilio J. González

El cuento de la lechera

en sus previsiones económicas para este ejercicio, contaba con la “fuerte recuperación de la economía de la Unión Europea”, en palabras literales del vicepresidente económico

Al Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero le ha pasado como a la lechera del cuento, que se hizo muchas ilusiones respecto al dinero que obtendría por la leche que iba a vender en el mercado y resulta que el cántaro donde la llevaba se le rompió antes de llegar. Pues con la economía, a los socialistas les está sucediendo tres cuartos de lo mismo. El Ejecutivo del PSOE heredó del Partido Popular una economía saneada y pensó que, por la propia dinámica de la actividad productiva, no necesitaba tomar medidas de política económica para dar nuevos impulsos al crecimiento y a la creación de empleo. Y ahora resulta que la coyuntura se ha vuelto adversa y, como Zapatero y los suyos se han pasado su primer año en el poder mirándose al ombligo, resulta que España no está preparada para capear un temporal que se dibuja cada vez con más claridad, y con nubarrones muy negros, en un horizonte día a día más cercano.
 
Probablemente, lo que mejor simboliza el estado actual de las cosas es el déficit de la balanza de pagos, que se ha vuelto a disparar en enero hasta alcanzar unos niveles tan elevados que han hecho que España tenga el dudoso honor de ser el segundo país industrializado con el agujero exterior más amplio, sólo superado por el de Estados Unidos. ¿Y esto que significa? De entrada, que cuanto mayor sea el desequilibrio en nuestras cuentas exteriores, más va a restar ese desequilibrio al crecimiento económico de nuestro país, que hoy sólo se sostiene gracias al consumo. Pero vayamos más a fondo.
 
Resulta que el principal culpable del abultado y progresivo deterioro de la balanza de pagos es, ni más ni menos, que el déficit comercial, algo que debería hacer reflexionar muy seriamente al Gobierno porque, en sus previsiones económicas para este ejercicio, contaba con la “fuerte recuperación de la economía de la Unión Europea”, en palabras literales del vicepresidente económico, Pedro Solbes, durante la presentación en octubre pasado de los presupuestos del Estado para 2005. Pues bien, la UE no sólo no se recupera con fuerza sino que, según el último informe mensual del Banco Central Europeo, no hay visos de que esto vaya a ocurrir ni a corto ni a medio plazo. En consecuencia, al Ejecutivo se le viene abajo la previsión de crecimiento económico sobre la que construyó los presupuestos y ahora tendremos que ver qué consecuencias tiene este error de cálculo sobre el déficit público. Una preocupación ésta que, probablemente, no tendríamos si, desde el primer momento, los socialistas se hubieran dedicado a hacer política económica.
 
¿Qué es lo que no han hecho? Muchas cosas, entre ellas, tomar medidas para que nuestra principal fuente de ingresos exteriores, el turismo, no se venga abajo como está sucediendo desde hace algo más de un año. Pero no cabe duda de que tendrían que haber trabajado, al menos, en otros dos ámbitos: la mejora de la competitividad de la economía española, a través de reformas estructurales que no han hecho, y la búsqueda de un modelo de crecimiento más equilibrado, que no se apoye tanto como ahora en el consumo porque está muy expuesto a las subidas de los tipos de interés que podrían producirse en los próximos meses.
 
Qué España necesita mejorar la competitividad de la economía, que es lo mismo que decir de las empresas, resulta obvio en cuanto se ve en la balanza de pagos que se produce mes tras mes una salida de inversiones directas. Es decir, aquí vienen pocas empresas extranjeras a invertir y las que hay, se marchan. Con reformas estructurales, desde luego, no se hubiera detenido el proyecto pero, al menos, podría dotar a las compañías con DNI español de la capacidad suficiente para cubrir el hueco que dejan las que se marchan. Qué hay que modificar en estos momentos el patrón de crecimiento es obvio porque en cuanto suban los tipos de interés, incluidos los de las hipotecas, el gasto familiar puede frenarse en seco y, con él, el crecimiento económico. Esto último, además, lo saben muy bien los socialistas porque lo dijeron una y otra vez cuando estaban en la oposición y en sus primeras declaraciones al llegar al Gobierno.
 
Entonces, ¿por qué no han hecho nada al respecto? Posiblemente, porque como estaban tan ocupados en soñar como la lechera, gracias a la buena situación económica heredada, no se percataron de los signos que advertían del cambio en la coyuntura que está produciéndose y optaron por la comodidad de no tomar decisión alguna que resultara impopular a corto plazo, con la vista puesta en un adelanto de las elecciones generales para tratar, de esta manera, de coger al PP desorganizado y a contrapié. Pues señores socialistas, resulta que ahora la economía no les va a aguantar hasta el final de la legislatura, sea de cuatro años o de tres. La balanza de pagos se lo advierte. Tomen nota.

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