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Emilio J. González

El estilo Alierta

Telefónica está en la primera línea de la actualidad informativa. En una sesión bastante dura en los mercados de valores, que no han digerido muy bien que la Reserva Federal estadounidense recortase los tipos de interés en medio punto, en vez de los tres cuartos de punto que pedían, la operadora española se ha defendido bastante bien. De hecho, a primera hora de la tarde, la acción de la compañía que preside César Alierta perdía el 3,83%, frente a una caída del 4,70% de Deutsche Telekom, del 4,88% de France Telecom y del 6,70% de British Telecom. La operadora española, por tanto, parece que cuenta con el favor de los inversores.

Habrá quien piense, sin duda, que Telefónica se ha visto, este miércoles, favorecida en la Bolsa por el anunció que realizó el martes la ministra de Ciencia y Tecnología, Anna Birulés, en el sentido de que el Gobierno autorizará a la operadora española a aumentar la cuota mensual de abono hasta las 2.200 pesetas frente a las 1.632 pesetas actuales. Sin duda, los mercados habrán tenido en cuenta este hecho, debido a que supondrá unos ingresos mayores para la compañía. Posiblemente, también han valorado positivamente el interés de Radio Televisión de Luxemburgo por llegar a un acuerdo con Telefónica, especialmente en lo referente a la participación de la empresa en Antena 3.

Sin embargo, hay que tener en cuenta también otro factor, en este caso negativo, para la evolución del precio de Telefónica, y es el riesgo que corre en Argentina, donde tiene fuertes inversiones. Hoy por hoy, la situación de la economía del país austral es francamente delicada, y la crisis política en que se haya inmerso el país ayuda poco a superar las dificultades. En los mercados, de hecho, se especula esta semana con la posibilidad de que el nuevo ministro de Economía argentino, Domingo Caballo, devalúe el peso. De producirse este acontecimiento, Alierta se vería obligado a revisar a la baja la previsión de beneficios de la compañía y la acción tendría que sufrir las consecuencias.

Telefónica, no obstante, está capeando bien el temporal que azota a las empresas de telecomunicaciones de toda la Unión Europea, a pesar de los riesgos que corre en Latinoamérica. Parte de este comportamiento obedece a que la compañía está menos endeudada que sus rivales europeas como consecuencia de los altos precios que han tenido que pagar todas ellas por las licencias UMTS. Pero parte también se debe a que la gestión de Alierta es más prudente que la de su predecesor, Juan Villalonga. De la política de confrontación con el Gobierno del segundo se ha pasado a una relación en términos más razonables con el primero.

Esto no quiere decir que todo sea una balsa de aceite, porque hay puntos de fricción, como las cuotas de interconexión o los deseos del Ejecutivo de suprimir cuanto antes Moviline para conceder dos nuevas licencias de telefonía móvil. Pero Alierta se está centrando en gestionar la compañía y crear valor para los accionistas en lugar de embarcarse en operaciones espectaculares y no siempre justificadas, como Endemol, que todavía es un problema sin resolver. Lo importante de todo esto es que muchos ciudadanos tienen acciones de Telefónica, bien directamente, bien a través de fondos de inversión. Y, sin duda, agradecerán una gestión prudente que permite a la acción de la compañía no sufrir castigos muy intensos en medio de la que está cayendo.

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