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Emilio J. González

El final de la escapada

La negativa del Fondo Monetario Internacional a desembolsar los 1.260 millones de dólares restantes del préstamo de 6.500 millones comprometidos con Argentina para este año supondrá, con toda probabilidad, el final de la escapada de la economía gaucha. Simplemente, sin ese dinero, el Gobierno de Fernando de la Rua no podrá atender al pago de los bonos que vencen dentro de quince días. La suspensión de pagos está a la vuelta de la esquina.

El FMI ha tomado está decisión tras constatar que el Ejecutivo argentino es incapaz de cumplir lo pactado en materia de equilibrio presupuestario, es decir, que ha constatado, por fin, que por muchas medidas que se anuncien, que por muchos planes que diseñe el ministro de Economía, Domingo Cavallo, a la hora de la verdad no hay nada de nada, excepto medidas vacías de contenido real para sacar a Argentina de la grave crisis económica en que lleva inmersa más de tres años. La gota que ha colmado el vaso ha sido el bloqueo de las cuentas bancarias durante noventa días, una medida que no consultó con el Fondo, y, sobre todo, la negativa del Gobierno a devaluar. Y, como es lógico, el FMI ha dicho que ya está bien de tomaduras de pelo y de tirar dinero en ese pozo sin fondo que es la economía argentina en estos momentos.

Lo curioso es que el anuncio de la medida ha venido acompañado por una reducción de la prima de riesgo del 1,3% y una subida de la Bolsa del 4% a media mañana. El mercado, por supuesto, ya tenía descontada esta posibilidad y lo que empieza a valorar ahora es que el Gobierno tendrá que afrontar, de una vez por todas, la realidad de la economía y se verá obligado a tomar medidas serias y eficaces para relanzar la actividad productiva y poner orden en las cuentas públicas. Y es que no hay nada como desconectar a un país de la alimentación asistida del FMI para que haga lo que tiene que hacer. Esto, precisamente, debería servir de elemento de reflexión para los gestores del Fondo, tan habituados a promover el riesgo moral con unas ayudas que lo único que hacen es enquistar situaciones en vez de contribuir a resolverlas.

La noticia de que un país suspenda pagos nunca es buena, pero en el caso de Argentina puede serlo. Se acabaron las dilaciones, las palabras y los planes vacíos de contenido y llegó la hora de ponerse a trabajar... siempre que el FMI no de marcha atrás.

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