Menú
Emilio J. González

El paro y la negación de la realidad

El ciudadano percibe las cosas como son en su entorno diario. A la gente le cuesta más encontrar trabajo, los empleos se van perdiendo, la cesta de la compra es cada vez más cara, la hipoteca ahoga a cada vez más hogares, etc.

El Gobierno está empeñado en prestar oídos sordos a los mensajes sobre el deterioro de la situación económica que se viene experimentando desde este verano. Los datos que se publican mes tras mes hablan de forma insistente de cambio, pero el Ejecutivo no solo da la callada por respuesta sino que niega la mayor.

Las cifras del paro correspondientes a octubre constituyen el último ejemplo de deterioro de la situación. El desempleo en España se incrementó el mes pasado en 31.214 personas, situando el total por encima de los dos millones de desempleados y lejos del objetivo de 1,8 millones de parados al finalizar el ejercicio. Está claro, por tanto, que las cosas van peor de lo que preveía el Gobierno, pero cuando se analizan los números ofrecidos por el Servicio Público de Empleo se aprecia que, además, hay mar de fondo. Por primera vez en mucho tiempo, el sector industrial no ha sido capaz de absorber el aumento del desempleo en las demás ramas de la actividad productiva, lo que indica que además del parón de la construcción, el sector industrial también empieza a perder impulso.

Ante esto, al Gobierno lo único que se le ocurre decir es que esas cifras son moderadamente positivas. Se trata, ante todo, de evitar, de cara a las elecciones, que cuaje la sensación de que la economía va mal. De esta forma, desde Moncloa no solo se están enviando mensajes de tranquilidad por doquier sino que, incluso, Zapatero ha recuperado a Miguel Sebastián para que lleve el mensaje a todos aquellos que realizan informes y pronósticos sobre la economía española. La idea es clara: aquí no hay crisis que valga y nadie debe hablar de ello para no alarmar a los votantes, como si el no referirse a una cosa hiciera que ésta no existiera.

Sin embargo, pese a los esfuerzos gubernamentales por ocultar las adversidades económicas por las que empieza a atravesar España, la gente no se deja engañar por tanta negación oficial de la verdad, por tanto mensaje pretendidamente optimista. El ciudadano percibe las cosas como son en su entorno diario. A la gente le cuesta más encontrar trabajo, los empleos se van perdiendo, la cesta de la compra es cada vez más cara, la hipoteca ahoga a cada vez más hogares, llegar a fin de mes empieza a convertirse en una odisea, etc. Todo ello se percibe en el deterioro de las expectativas de los consumidores, que ha vuelto a situarse en mínimos históricos.

Los ciudadanos, por tanto, saben la verdad de la economía porque la perciben en su vida diaria, por mucho que el Gobierno se empeñe en negarlo. Por ello, la respuesta del Ejecutivo debería ser otra de calado muy distinto. Es verdad que con el poco tiempo que queda de aquí a las elecciones no es fácil articular un plan de política económica para revertir las cosas cuando no se ha hecho nada en la legislatura. Pero, desde luego, sí se puede evitar que empeoren. Ello exige una política presupuestaria marcada por la ortodoxia y la seriedad para que, pase lo que pase y gobierne quien gobierne a partir de marzo, la confianza en la economía española y la situación económica se refuercen. En cambio, Zapatero está haciendo justo lo contrario, comprometiendo el superávit presupuestario con propuestas de gasto electoralistas.

Hoy el Gobierno no puede hacer mucho por detener la subida del paro y la desaceleración económica pero sí por evitar que su impacto sea mucho peor que el que puede tener. Sin embargo, con la política de negar la realidad, lejos de hacer lo que hay que hacer se están sembrando las semillas de problemas importantes que, como siempre, tendrán que acabar por resolverse con medidas traumáticas y dolorosas. La sociedad española no se merece esto.

En Libre Mercado

    0
    comentarios