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Emilio J. González

El precio del poder

¿Cuál es el precio de que Zapatero siga en el poder? No se puede dar una cifra concreta pero, con lo que estamos viendo, no cabe la menor duda de que va a ser extremadamente oneroso para los españoles en todos los sentidos.

¿Cuánto nos va a costar a los españoles, en todos los sentidos, que Zapatero siga en el poder? Porque esta es la verdadera cuestión que subyace en la sesión del Congreso de los Diputados en la que se acaba de aprobar por el tan estrecho margen de ocho votos la subida del IVA propuesta por el Gobierno.

El incremento del IVA no le gusta a nadie. A los ciudadanos, porque el Gobierno vuelve a meterles la mano en la cartera sin causa real que lo justifique; a los expertos, porque esta medida supone un freno al consumo y a la inversión y, por tanto, otro lastre, y muy pesado, para la tan necesaria como ansiada recuperación; a la mayoría de los grupos políticos, porque lo que ha hecho ZP tiene un coste electoral muy elevado que no están dispuestos a asumir. Aún así, el actual inquilino de La Moncloa se ha empeñado en sostenella y no enmendalla y ha llevado las cosas al límite con tal de no dar su brazo a torcer. Prácticamente toda la oposición ha votado en contra, con la excepción del PNV y Coalición Canaria, que han acudido en su socorro. Supongo que dentro de poco sabremos el importe de la factura que van a pasar ambos partidos a cambio de sus votos, los cuales, no me cabe la menor duda, habrán sabido vender muy caros. Nuevamente, por tanto, se repite esa tan triste como vieja historia del mercadeo político por parte de pequeños grupúsculos nacionalistas sobre representados en las Cortes que a todo le ponen precio, y cuanto más necesarios son sus votos, más caro cobran por ellos a costa del resto de los españoles.

Esa, desde luego, es una cuestión importante, pero no la que más. Lo verdaderamente relevante es que Zapatero se ha quedado prácticamente solo en el Congreso. Si no llega a comprar los apoyos de PNV y CC, sin duda hubiera perdido esa votación. Pero ha mercadeado y ha ganado. El problema es que, ante la oposición de casi todos los demás partidos, el Gobierno ha estado a punto de quedarse en minoría y, en lugar de seguir el camino más lógico que hubiera sido el de negociar esa medida con los demás partidos, o retirarla y buscar otras opciones, ZP se ha empeñado en seguir adelante contra viento y marea, arriesgándose con ello a perder una votación. No lo ha hecho, pero ha transmitido claramente la señal de que su Ejecutivo es débil, entre otras cosas porque la intransigencia del presidente impide que los socialistas lleguen a los acuerdos necesarios con otros grupos de la Cámara Baja para sacar adelante las medidas adecuadas para superar la crisis, reducir el déficit y crear empleo. Y la cuestión ahora es qué va a pasar con el resto de medidas que hay que tomar, ya no sólo para remontar la crisis, sino para cumplir los compromisos adquiridos con los mercados y, sobre todo, para que no nos echen del euro.

Si ZP actuara como un verdadero estadista, pactaría con los principales grupos de la oposición todo un paquete de medidas de política económica. En teoría, esa era la finalidad de la comisión de Zurbano, a la que acaba de sentenciar a muerte porque lo que ha demostrado Zapatero con la subida del IVA es que él no quiere pactar, sino que lo que desea son adhesiones incondicionales a sus propuestas. No admite la menor crítica, ni la menor sugerencia y por mucho que su política económica camina por la vía equivocada, no está dispuesto a ceder un ápice en sus planteamientos. Con lo cual, lo que acabamos de presenciar en el Congreso de los Diputados está llamado a repetirse en un futuro, sembrando así aún más dudas sobre la capacidad del Gobierno para cumplir sus compromisos económicos. Dudas que vamos a pagar muy caras en cuanto los mercados se harten, porque los alemanes ya lo están, y bastante, y no creo que duden lo más mínimo en decir que nos marchemos del euro si no somos capaces de arreglar nuestros problemas. Para nosotros no va a haber operación de salvamento alguna.

Además, esta vez Zapatero ha conseguido poco menos que in extremis salvar la votación a costa de ofrecer lo que ya nos enteraremos que ha ofrecido realmente a PNV y CC. Pero, a partir de ahora, lo más probable es que cuando quiera sacar algo adelante en el Parlamento tenga que volver a recurrir a ambos grupos y llegará un momento en que no tendrá nada que poner encima de la mesa a cambio de sus votos. Porque, no nos llamemos a engaño, a los canarios esta medida les ha salido gratis en términos electorales, ya que el Archipiélago tiene un régimen especial en materia de IVA y la subida no le afecta. El País Vasco, en cambio, sí que va a tener que sufrir las consecuencias, lo cual lleva a preguntarse qué es lo que ha obtenido el PNV a cambio de un apoyo que puede tener costes electorales. ¿Tal vez la ruptura del acuerdo entre los socialistas y los ‘populares’ vascos? Eso será si Patxi López quiere aceptarlo, eso o lo que haya pactado ZP, porque si el lehendakari no está de acuerdo con ello se acabó el apoyo del PNV al PSOE en Madrid. En estas circunstancias, ¿cómo va a seguir gobernando Zapatero? ¿Cómo va a sacar adelante otras medidas que se le ocurran para reducir el déficit? Muy probablemente de ninguna manera. En consecuencia, no me extrañaría nada que cualquier día los mercados empezasen a dar a España hasta en el carnet de identidad, porque la poca confianza que pudieran tener en nosotros puede haber empezado a esfumarse viendo que el Ejecutivo cualquier día se queda en minoría en el Parlamento; viendo que, aún así, Zapatero nunca dimitirá ni disolverá las Cortes para convocar unas elecciones anticipadas y viendo, también, que el principal partido de la oposición, el PP, es incapaz de articular en torno suyo una mayoría suficiente para vencer en una moción de censura con un programa de gobierno con un único punto: convocar elecciones en el momento en que ganara esa moción.

¿Cuál es el precio de que Zapatero siga en el poder? No se puede dar una cifra concreta pero, con lo que estamos viendo, no cabe la menor duda de que va a ser extremadamente oneroso para los españoles en todos los sentidos.

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