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Emilio J. González

El remake del caso Endesa

La primera cuestión es qué hace Zapatero negociando cosas que afectan a una empresa privada como es Iberdrola. La eléctrica cuenta con sus accionistas, que son quienes tienen que decidir acerca de su futuro, incluso si alguien presenta una oferta por ella

Aún no ha sido investido nuevamente presidente del Gobierno y José Luis Rodríguez Zapatero ya ha vuelto a las andadas en el sector eléctrico; a las andadas intervencionistas, por supuesto. Zapatero está negociando con el presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, la entrada de la eléctrica pública gala EDF en el capital de Iberdrola a cambio de activos en el país vecino, entre ellos centrales nucleares, que serían gestionados por la compañía que preside Ignacio Sánchez Galán. En principio, y sin añadir nada más, parece casi hasta justo, pero escudriñando un poco aquí hay mucho truco, y no precisamente del bueno.

La primera cuestión es qué hace Zapatero negociando cosas que afectan a una empresa privada como es Iberdrola. La eléctrica cuenta con sus accionistas, que son quienes tienen que decidir acerca de su futuro, incluso si alguien presenta una oferta por ella. Se trata, por tanto, de una compañía privada sobre la que el Gobierno no tiene nada que decir. Sin embargo, Zapatero ya está utilizándola como moneda de cambio en un juego que afecta a los intereses nacionales y, sobre todo, a los de los propietarios de la compañía. Zapatero poco menos que está ofreciendo Iberdrola al Estado francés, quien posee el 80 por ciento del capital de EDF

Dados los precedentes del caso Endesa, esto implica que cualquier otra compañía extranjera, y probablemente española también, que pudiera querer presentar una oferta por Iberdrola estaría condenada a sufrir el mismo trato que recibió la alemana E.On cuando quiso hacerse con Endesa. E.On no era del agrado de Moncloa y se hizo todo lo posible, incluyendo el saltarse a la torera la normativa comunitaria, como acaba de sentenciar el Tribunal de Luxemburgo, para que Zapatero y su entorno se salieran con la suya. Visto lo visto, ahora podría pasar lo mismo, porque el presidente no quiere que E.On, que sigue con la vista puesta en España, ni ningún otro lo intenten, ni que Iberdrola pueda buscar a un caballero blanco que la defienda, lo que priva a los accionistas de la eléctrica de beneficiarse de un juego de ofertas por sus acciones, todo porque Zapatero quiere utilizar a la eléctrica para sus propios fines.

Entre estos fines está, por un lado, el aumentar la interconexión eléctrica con Francia para que, en caso de necesidad, España pueda importar electricidad de allí y, por otro, para tener activos nucleares aunque sea en territorio extranjero. Hoy por hoy las fuentes de abastecimiento energético se han convertido en elementos estratégicos y en armas de presión sobre Occidente por parte de los países que las poseen, muchos de ellos muy poco democráticos o, directamente, antioccidentales. En estas circunstancias, la única vía que por ahora se abre a la Unión Europea para reducir su dependencia energética del exterior, sobre todo en el caso de España que es mucho mayor que en otros países, es volver a la energía nuclear y potenciarla. Zapatero no quiere hacerlo en España pero le viene muy bien que empresas españolas tengan activos nucleares en el exterior. Este truco está además ligado con la interconexión con Francia, porque si ésta aumenta Iberdrola podrá importar energía producida en nucleares francesas con un coste mucho menor que en España, siempre y cuando los planes de Zapatero se cumplan. O sea, que aquí seguimos con el "Nuclear, no gracias" pero tratamos de hacernos con él en el exterior cuando lo lógico, y lo necesario, sería poner el punto final al parón nuclear en España ante los problemas estratégicos relacionados con las fuentes energéticas que se avecinan.

Además, los planes de Zapatero ni siquiera garantizan la españolidad de esas centrales nucleares en suelo francés. A cambio de ellas, Zapatero permitirá que EDF se haga con el 15 por ciento de Iberdrola, pero aquí hay que preguntarse para qué quiere la eléctrica francesa ese capital. Iberdrola es una compañía bien gestionada y con una alta rentabilidad por dividendo dentro de su sector, pero esa no es razón suficiente para que EDF adquiera ese paquete accionarial a cambio de desprenderse de activos nucleares en suelo francés. Lo que estaría haciendo la eléctrica gala sería establecer una cabeza de puente en el capital de Iberdrola que le permitiera controlarla conjuntamente con ACS.

Tampoco hay que descartar que más adelante, cuando EDF tenga dinero o cuando pase la crisis crediticia y pueda obtener préstamos, lance una OPA por el cien por cien del capital de Iberdrola, habiéndose asegurado de antemano unas condiciones muy ventajosas para semejante estrategia. ¿Quién respondería a esa OPA si EDF tiene un 15 por ciento de Iberdrola, una participación que podría incrementar hasta el 30 por ciento de acuerdo con la normativa vigente? Nadie. Esto es como el caso Endesa: Enel y Acciona se hicieron con sendos paquetes accionariales al amparo de esa norma que estableció el Gobierno para favorecerlas y dejaron fuera de juego a E.On. Lo que plantea Zapatero es una variante de esa misma estrategia que incluye la entrega de activos nucleares que, indirectamente, seguirían bajo el control de EDF y que, en algún momento, podrían volver a ella si trata de hacerse con Iberdrola. Así es que parece que estamos ante un remake del caso Endesa con el intervencionismo como gran protagonista.

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