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Emilio J. González

El sectarismo de Berenguer

Comenge, por tanto, resulta poco sospechoso de ser afín a los populares y sí, en cambio, tiene unos conocimientos y una experiencia demostrados en materia de defensa de la competencia, lo que explica su voto contrario a la OPA.

Luis Berenguer ha hecho un flaco favor al Tribunal de Defensa de la Competencia (TDC), que él preside, con sus declaraciones sobre la OPA de Gas Natural sobre Endesa. Berenguer ha dicho, ni más ni menos, que el Gobierno no debe tener en cuenta el dictamen del TDC, contrario a la operación por sus efectos permanentes y negativos sobre la competencia en el sector energético español, y, en cambio, ha recomendado al Ejecutivo que siga su voto particular, favorable a autorizar la operación con condiciones, que es lo que quiere hacer el Consejo de Ministros este viernes.

Las declaraciones realizadas por Berenguer resultan inadmisibles por varios motivos. En primer término, la decisión del TDC fue una decisión colegiada, votada por el presidente y los vocales, en la que mayoritariamente se dijo que no a las intenciones de Gas Natural. Berenguer, por tanto, debería haberla asumido como presidente del Tribunal, por mucho que le doliera la derrota y por mucho que ejerciera su derecho a manifestar su punto de vista personal en un voto particular. Pero, una vez hecho esto, el dictamen es el dictamen de una institución y su presidente debe asumirlo porque, en caso contrario, el papel del organismo supervisor de la competencia queda abiertamente en entredicho. Berenguer, ex diputado socialista, que ya antes de ser nombrado presidente del TDC se manifestó abiertamente a favor de la OPA sin haberla estudiado, ha colocado al Tribunal en esa difícil situación, dejando a los vocales a los pies de los caballos.

Cuando se conoce un poco de las interioridades del TDC, la actitud de Berenguer resulta todavía más inadmisible. De los nueve miembros del Tribunal, seis votaron en contra de la OPA y tres a favor, a lo que el ministro de Industria, José Montilla, principal valedor de Gas Natural ante el Consejo de Ministros, contestó diciendo que esto se había producido porque la mayoría de los vocales de la institución habían sido nombrados por el PP, al que acusó de estar en contra de la operación. Pues bien, resulta que uno de los votos negativos fue el de Miguel Comenge, que con los Gobiernos socialistas de Felipe González ocupó el cargo de director del Servicio de Defensa de la Competencia del Ministerio de Economía. Comenge, por tanto, resulta poco sospechoso de ser afín a los populares y sí, en cambio, tiene unos conocimientos y una experiencia demostrados en materia de defensa de la competencia, lo que explica su voto contrario a la OPA, le pese lo que le pese a Montilla o a Berenguer. Pero aún hay más. Una semana antes de que el TDC aprobase finalmente su dictamen contrario, la relación de votos estaba siete en contra y dos a favor, una situación especialmente difícil para el propio Berenguer y para el Gobierno, lo que obligó a que, finalmente, se ejerciera presión sobre uno de los vocales del PSOE, que estaba en contra, para que cambiara el sentido de su voto. Que, sabiendo esto, Berenguer haya dicho lo que ha dicho es algo incalificable. Es lógico, por tanto, que el mismo día en que habló el presidente del TDC, la comisaria europea de Competencia, Neelie Kroes, tuviera que enviar un “mensaje” al Gobierno al expresar su “confianza” en que las autoridades españolas actuarán de manera adecuada en el asunto de Gas Natural-Endesa.

Berenguer, por tanto, ha hecho un flaco favor al TDC con su sectarismo. Por un lado, ha dejado en mal lugar a unos vocales que han votado en conciencia; por otro, ha puesto en una situación muy difícil a un organismo regulador que, por lo visto, y a tenor de las palabras y las actuaciones de Berenguer, va a perder su independencia en cuanto haya que renovar los vocales. La economía española no se merece esto.

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