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Emilio J. González

El sentido común manda

Al final se impuso el sentido común. El Banco Central Europeo ha decidido no tocar los tipos de interés en la zona del euro, con lo que se mantienen en el 4,75%, a pesar de las presiones políticas y de los mercados a favor de un abaratamiento del precio oficial del dinero. La decisión del equipo de Wim Duisenberg, sin embargo, está plenamente justificada.

El BCE tiene como primera misión el defender la estabilidad de precios y, sólo con carácter subsidiario, contribuir al crecimiento económico. Los políticos y los mercados, sin embargo, han pretendido que prime el último punto a la hora de que el banco articule la política monetaria. Los unos pretenden que, con la ayuda de unos intereses bajos, se frene la actual fase de desaceleración económica en que ha entrado la zona del euro; los otros quieren que el abaratamiento del precio del dinero les ayude a resacirse de las pérdidas en las Bolsas europeas que llevan acumuladas en los últimos meses. A ninguno de ellos, sin embargo, parece preocuparle un hecho importante: que todavía persisten riesgos inflacionistas en los “Doce”.

Duisenberg, en cambio, ha actuado como cabría esperar de él y se ha resistido a tocar los tipos. Es verdad que los riesgos inflacionistas en la zona del euro han disminuido respecto al otoño pasado, pero todavía existen y no son nada desdeñables. Prueba de ello, sin ir más lejos, es el repunte que registró el IPC español en marzo como consecuencia de la crisis de las vacas locas, o la subida que registró esta semana el barril de petróleo hasta los 27 dólares después de varias semanas cotizando en el entorno de los 22 dólares. Por ello, el BCE ha preferido esperar y ver, independientemente de lo que digan los políticos y los mercados a los que parece que, al final, no les ha sentado tan mal el que el banco dejase el precio oficial del dinero donde estaba.

Esto no quiere decir que en el futuro no se vayan a recortar los tipos de interés. Hoy por hoy, el escenario a medio plazo es a la baja. Pero no pasa nada por esperar un poco a ver si el panorama de precios se aclara. En cualquier caso, la firmeza de Duisenberg le ha venido bien al BCE para incrementar su credibilidad. El jueves, más que nunca hasta ahora, el presidente del banco dejó claro que sus decisiones no las dictan ni los mercados ni mucho menos los políticos. Y eso es muy bueno para la economía de la zona del euro a medio plazo.

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