La Bolsa española fue la que mejor se comportó en 2001 de todas las europeas; en lo que va de 2002, en cambio, nuestro mercado de valores es, con diferencia, el que más ha caído en el Viejo Continente. ¿Motivo? Es de sobra conocido: Argentina. La suspensión de pagos de la deuda, la devaluación y las medidas que el Gobierno de Eduardo Duhalde quiere imponer a las empresas extranjeras, especialmente a las españolas que suponen el 12% del PIB argentino, han provocado el derrumbe de sus acciones. Las caídas que oscilan entre el 4% y el 6% con respecto al cierre del viernes, excepto Repsol-YPF, la más perjudicada, que acumula una pérdida de valor superior al 12%.
En estas circunstancias, lo que le suele pedir el cuerpo al pequeño inversor es vender rápidamente sus títulos. Posiblemente sería un error hacerlo. Hay que tener en cuenta, en primer lugar, que los mercados sobrerreaccionan con mucha frecuencia ante las buenas y las malas noticias, que es lo mismo que decir tanto a la hora de subir como a la de bajar. Esto ha pasado ahora. Y es que Argentina no supone una parte tan importante para el volumen de negocio de los bancos y las empresas españolas afectadas por su crisis, por espectaculares que sean las cifras de pérdidas potenciales que se barajan. Así, Argentina supone para Telefónica aproximadamente el 10% de su negocio total, y para el BBVA y el SCH apenas supera el 5%. En las demás empresas -Dragados, Aguas de Barcelona, Mapfre- esos porcentajes son similares o incluso menores, excepto en el caso de Repsol-YPF donde el 70% de su producción total de petróleo procede del gran país austral. Por tanto, el impacto de la crisis y las medidas de Duhalde sobre las cuentas de resultados es limitado.
En segundo término, las cotizaciones de las acciones habían descontado desde hace tiempo las posibilidades de la suspensión de pagos y de la devaluación. Por tanto, lo que ha sucedido entre finales de diciembre y principios de enero ya estaba incorporado en los precios de los títulos. Además, con la consumación de los hechos la prima de riesgo incorporada en las acciones de las sociedades cotizadas afectadas se reduce drásticamente, lo que ayudará considerablemente a la recuperación de su precio.
Luego hay que tener en cuenta que las previsiones para todas las empresas para los próximos dos años son bastante positivas, puesto que el ciclo económico puede tocar suelo en la primera mitad de este año y, a partir de entonces, iniciar su recuperación. Eso significa más actividad productiva, más ventas y más beneficios. En consecuencia, el precio de las acciones subirá.
Por último, el valor teórico de las acciones de las empresas afectadas está muy por encima de su cotización actual. El de Telefónica, por ejemplo, es de 18,15 euros frente a los 14 euros a que ha cerrado este jueves. Para el BBVA y el SCH, esos valores son de 14,8 y 9,62 euros respectivamente, frente a los cierres de 12,8 y 8,95 de la última sesión. Incluso Repsol YPF tiene un valor teórico de 17,92 euros frente a los 14,3 euros del cierre. ¿Qué quiere decir esto? Que la cotización de las acciones tiende con el tiempo a aproximarse a su valor teórico, o sea, que lo más probable es que suban en cuanto se pase el susto, permitiendo recuperar las pérdidas de estos días y proporcionando pingües beneficios a quien se decida a comprar ahora como recomiendan la mayoría de los analistas y casas de bolsa que saben muy bien que es eso de la sobrerreacción de los mercados. Eso sí, la condición para ganar es aguantar los títulos unos meses, no jugar a especular a corto plazo.
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