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Emilio J. González

Inversiones sospechosas

Antonio Camacho tiene razón en una cosa que dijo en su última declaración ante la juez de la Audiencia Nacional Teresa Palacios, que investiga Gescartera. Y es que la sociedad se gestionó mal. Basta con echar un simple vistazo a la composición a lo largo del tiempo de la cartera de inversiones del fondo de la compañía para apreciarlo con claridad. Al principio, su estructura era racional; en el último trimestre, casi la cuarta parte de las inversiones estaban concentradas en sólo dos valores –poco recomendables–, a saber: Avanzit y Sniace. En Telefónica no había más de un 5% y en los bancos y las eléctricas, directamente, no estaba colocado ni un duro. La conclusión lógica es que en el fondo de Gescartera estaban jugando a una especie de ruleta rusa, con inversiones de alto riesgo, a ver si sonaba la flauta y, de esta forma, reconstruían la situación patrimonial de la sociedad.

En lo demás, las declaraciones de Camacho resultan muy sospechosas. Primero dijo que el dinero que falta en Gescartera estaba depositado en dos sociedades estadounidenses, una de ellas de reciente creación. Ahora se desdice y manifiesta que el dinero se perdió por la mala gestión. Si esto es verdad ¿por qué no lo dijo desde un principio? Porque una cosa es una mala administración y otra el desvió de fondos a sociedades opacas norteamericanas, en cuyo caso la responsabilidad penal es mucho mayor porque se trataría de una presunta estafa.

La sensación que transmite Camacho, por tanto, es la de un hombre cogido, que conoce los sinsabores de la cárcel y trata de buscar una salida como sea para mejorar su situación. Es candidato claro a “cantar” y contar toda la historia con tal de no asumir, él solito, todas las responsabilidades. Lógicamente, los cronómetros se han puesto en marcha para comprobar cuánto tiempo tarda en empezar a delatar a quienes puedan ser sus cómplices en esta trama, a lanzar acusaciones infundadas sobre otras personas; y las quinielas sobre los posibles nombres que puedan salir a la luz ya están a la orden del día. Si alguien sabe apretar bien a Camacho, es posible que lo mejor del culebrón Gescartera todavía esté por venir.

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