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Emilio J. González

La advertencia a Zapatero

La Unión Europea ha advertido a Zapatero, con su lenguaje diplomático y con las buenas formas que caracterizan a estas reuniones, que el camino emprendido por el Ejecutivo no es el adecuado.

Zapatero está adquiriendo la costumbre de manifestar tras cada cumbre europea que todo ha ido miel sobre hojuelas para él, cuando luego las cosas no son precisamente así. Lo hizo tras la reunión en Bruselas, a finales del año pasado, cuando trató de vendernos lo mucho que había conseguido para España en materia de fondos europeos, cosa que desmintió inmediatamente el primer ministro británico, Tony Blair, y ahora pretende hacernos creer lo mismo en lo referente al decreto anti-E.On.

Es verdad que de esta cumbre de Bruselas no ha salido en la declaración final una condena enérgica y abierta contra los nacionalismos económicos –esto es, contra la actitud del Gobierno respecto a la OPA de E.On sobre Endesa–, como pretendía el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, indignado por la forma en que Zapatero ha despreciado al colegio de comisarios con su negativa a responder dentro del plazo establecido a los requerimientos de Bruselas para que el Ejecutivo informe sobre el decreto anti-E.On. Sin embargo, el comunicado final de la reunión está lleno de cargas de profundidad contra la actitud del Gabinete.

En el comunicado, de entrada, se habla de la necesidad de impulsar una política energética común y, además, incluir este punto dentro de los procesos de reformas estructurales que deben llevar a cabo la Unión Europea como tal y sus Estados miembros. En algunos foros, esto se interpretará, exclusivamente, como la posición común de la UE en sus negociaciones con países como Rusia, uno de los principales proveedores de fuentes de energía de la Unión. Pero cuando se sigue leyendo el comunicado, se aprecia el verdadero alcance de esa declaración de intenciones.

El acuerdo final habla de incrementar el comercio transfronterizo de energía, lo que supone que España deje de ser una isla energética porque Francia aumente la interconexión con nuestro país, pero también que cualquier empresa de la UE pueda venir a nuestro país a vender electricidad, por ejemplo, E.On. Pero hay más. El acuerdo también pide un compromiso claro para lograr un mercado interior más abierto, transparente y eficaz. Es decir, los países de la UE piden medidas para consolidar un verdadero mercado europeo de energía, sin trabas a las inversiones de empresas comunitarias, tengan la nacionalidad que tengan, que es justo lo que trata de impedir el Gobierno español. De esta forma, los líderes comunitarios han condenado, con las buenas maneras y el lenguaje diplomático de las reuniones de la UE, la posición de Zapatero respecto a la OPA de E.On.

Por si no bastara con ello, el comunicado final se refiere también a la importancia de las reglas del mercado interno y contar con una competencia justa. Lo cual se traduce en que los gobiernos no deben cambiar de forma arbitraria las reglas del juego, única y exclusivamente por motivos de nacionalismo económico, como ha hecho Zapatero, y que por encima de los intereses nacionales lo que debe primar es la competencia justa en el seno de la UE, cosa que se ve alterada por el decreto anti-E.On.

En consecuencia, las cosas no han sido tan maravillosas para Zapatero en este terreno, como el presidente del Gobierno trata de dar a entender. La Unión Europea le ha advertido, con su lenguaje diplomático y con las buenas formas que caracterizan a estas reuniones, que el camino emprendido por el Ejecutivo no es el adecuado. Y los líderes europeos, además, han tenido la inteligencia de esperar a que la Comisión Europea analice las explicaciones sobre el decreto anti-E.On remitido por el Gabinete este viernes para que sea Bruselas quien opine al respecto en nombre de todos y diga lo que tiene que decir a la luz de la información remitida por el Gobierno. El asunto, por tanto, no está cerrado, ni mucho menos, sino que ha entrado en una fase de análisis antes de que nadie se pronuncie al respecto.

Lo mismo cabe decir de la posición de la canciller alemana, Angela Merkel, que va a esperar a decir lo que tenga que decir a que la Comisión Nacional de la Energía emita su informe sobre la OPA de E.On. Es la posición más sensata, sobre todo teniendo en cuenta que Zapatero y Merkel volverán a verse las caras en Berlín, en una cena en la que, entonces sí, se hablará de E.On, de fondos europeos y de otras muchas cosas. Y, con toda probabilidad, el contenido de esa conversación vendrá determinado por lo que diga la CNE al respecto.

Mientras tanto, todo el mundo guarda las formas. Pero eso no es una victoria para Zapatero, como quedó demostrado en la cena que tuvieron los líderes comunitarios el jueves, donde España sí fue criticada por su nacionalismo económico. Esto es, simplemente, una cuestión de buenas formas y de años de saber hacer dentro de la UE, que está esperando a Zapatero donde le tiene que esperar, esto es, cuando se produzca el dictamen de la Comisión Nacional de la Energía. La advertencia es muy clara al respecto.

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