De dos años a esta parte, a la acción de Telefónica se le ha venido el mundo encima. La compañía sigue presentado unos beneficios espectaculares, es una de las primeras empresas europeas por volumen de capitalización bursátil y, en España, es la primera sociedad cotizada por volumen de beneficios. Estos datos, unidos al crecimiento constante de los resultados, justificarían con creces la revalorización de los títulos de la operadora. Sin embargo, desde marzo de 2000 ha sufrido el castigo que los mercados impusieron a las tecnológicas y a las telecomunicaciones, al que se sumó a partir de la primavera de 2001 las consecuencias de la crisis argentina.
Ante este panorama, el presidente de Telefónica, César Alierta, decidió modificar su estrategia. Primero anunció una reducción del 7% en las inversiones previstas para este y los próximos ejercicios. Luego fichó al ex SCH Luis Abril para que pusiera orden en Admira, la filial de medios de comunicación. Y Abril, por lo visto, lo tiene muy claro; hay que vender. Así, el otoño pasado la operadora anunció su deseo de desprenderse del 5% que posee del capital del grupo Pearson, propietario entre otros del Finantial Times y del grupo Recoletos. Después, a principios de este año, se supo que la operadora estaba en conversaciones con Bertelsman para venderle Endemol, la productora de Gran Hermano por la que Juan Villalonga pagó la astronómica cantidad de un billón de pesetas. También son de sobra conocidos los deseos de la compañía que preside César Alierta de que se dé una solución a la cuestión de las plataformas digitales, en forma de fusión, para evitarse las pérdidas multimillonarias que le ocasiona a sus cuentas Vía Digital. ¿Se aplicará esa misma filosofía con Onda Cero y Antena 3?
Telefónica, de momento, no ha dicho nada al respecto. Pero hay una cosa cierta: si la operadora se desprende de su grupo mediático, sus beneficios podrían incrementarse en alrededor de un 50%, proporcionando a la operadora recursos más que de sobra para afrontar lo que le pueda venir encima en Argentina, seguir invirtiendo y reducir su relativamente bajo nivel de endeudamiento. Todo esto tendría consecuencias más que positivas para la evolución de la acción, porque la posibilidad de que se tomen esas decisiones es muy bien acogida por los analistas y por el mercado. Y Alierta sabe mucho de cotizaciones bursátiles.
De momento, Telefónica parece haber marcado la dirección que seguirá en los próximos meses con sus medios de comunicación. Si llega hasta el final, los accionistas lo agradecerán; las cuentas de la compañía también.
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