Los discursos políticos hay que escucharlos con mucha atención porque, en bastantes ocasiones, una simple frase proporciona muchas claves. El pasado martes, el vicepresidente económico del Gobierno, Pedro Solbes, en su intervención en el Foro Intereconomía, al contestar a una pregunta sobre vivienda señaló que “el problema es que el suelo es de los ayuntamientos”. Una frase tan simple tiene mucho más calado del que parece en cuanto se la sitúa en el contexto económico y político adecuado.
Dentro de ese contexto, lo primero que hay que señalar es que la declaración de Solbes tuvo lugar justo al día siguiente de que la ministra de Vivienda, María Antonia Trujillo, dijese en Santiago de Compostela que en España había suelo urbano de sobra. Evidentemente, el señor Solbes no opina lo mismo, con toda razón. Si hoy por hoy la vivienda es cara es porque el suelo está intervenido, lo que dispara su precio hasta suponer un porcentaje muy elevado del precio de una casa. Además, con el sistema actual de intervención del suelo, se tarda entre tres y cuatro años en convertir el suelo urbanizable en urbano, simplemente por los trámites y complejidades administrativas que conlleva tal operación y que serían innecesarios si no hubiera tal regulación. Por tanto, la solución para abaratar el precio de la vivienda para necesariamente por liberalizar el suelo, cosa que, por lo que dijo Solbes, es lo que quiere el vicepresidente económico y, sin embargo, es lo que Trujillo jamás incluyó en su borrador de plan de vivienda ni, por lo visto, tenía la menor intención de hacer.
Solbes, de esta manera, enmendó la plana a Trujillo. Y no es la primera vez que lo hace. La semana pasada, la ministra dijo que su Departamento no publicaría las estadísticas sobre precios de Vivienda y el vicepresidente económico tuvo que obligarla a dar marcha atrás y dar a conocer los datos. Y en el retraso de la presentación del plan de vivienda hasta 2006 parece que la mano de Solbes tiene mucho que ver, ante la posibilidad denunciada por los promotores de que la estrategia de Trujillo diera lugar al surgimiento de un mercado negro de suelo, que es el peor escenario de todos los posibles.