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Emilio J. González

La semántica económica de ZP

Seamos serios: a estas alturas da lo mismo que la economía esté en recesión o con crecimiento nulo. Una décima arriba o abajo no cambia nada.

Al presidente del Gobierno le ha entrado de repente una profunda inquietud por la semántica. Si antes se negaba a emplear palabras como "crisis" para definir la situación de la economía española, a pesar de que el significado de dicho vocablo describía con una exactitud del cien por cien lo que estaba ocurriendo por estos pagos, ahora, en cambio, ZP se ha vuelto muy celoso en el uso correcto del vocabulario a la hora de describir cómo están las cosas en la economía. Dice Zapatero que no se puede hablar de "recesión" porque por tal se entiende dos trimestres consecutivos de crecimiento negativo y, concedámoselo, tiene razón. Técnicamente no se puede decir que hayamos recaído en semejante estado tan sólo porque diga la Comisión Europea que, en este trimestre que está a punto de concluir, nuestro PIB puede haber caído una décima. Para hablar con propiedad, en el último trimestre del año tiene que confirmarse esa tendencia, con lo cual Zapatero tiene razón en eso. Pero, ojo, nada más que en eso, porque lo demás suena a cuentos de Calleja, o de Antoñita la fantástica.

Seamos serios: a estas alturas da lo mismo que la economía esté en recesión o con crecimiento nulo. Una décima arriba o abajo no cambia nada y que tenga signo negativo o no puede deberse a un simple ajuste técnico y nada más, porque el fondo sigue siendo el mismo. Y este no es otro que el de una economía deprimida e incapaz de resolver sus principales problemas. Esa décima arriba o abajo, que afecta nada más que a la semántica, no implica pasar de la destrucción a la creación de empleo, de un abultado déficit presupuestario a un saneamiento de las cuentas públicas, de una necesidad de recortar drásticamente el gasto público a una capacidad de dispendio absoluta, de tener que llevar a cabo importantes reformas a poder aparcar las mismas. Esa décima no cambia nada del telón de fondo, sólo la palabra con la que definir adecuadamente la situación que, con la décima abajo sería recesión y con la décima arriba, estancamiento. Pero lo llamemos como lo llamemos, lo cierto es que todo sigue igual, es decir, en un estado lamentable.

Para el equipo de marketing político de ZP, sin embargo, esa décima y las connotaciones semánticas que conlleva resultan de suma importancia. No es lo mismo, en términos de propaganda, que se diga que la economía española está en recesión a que la situación pueda definirse como de estancamiento, que tiene muchas menos connotaciones negativas y puede utilizarse para articular toda una campaña de propaganda en el sentido de que lo peor de la crisis ya ha pasado gracias al buen hacer del Gobierno y, sobre todo, de su presidente. A fin de cuentas, para Zapatero lo que cuenta es el marketing por encima de cualquier otra cosa y es al marketing, en lugar de a sus políticas económicas, al que confía sus posibilidades de supervivencia electoral y política. De ahí que la semántica ocupe ahora un lugar preferente en su estrategia.

Lo malo es que la realidad es la que es, se le ponga el nombre que se le ponga. Y la española es, probablemente y con mucha diferencia, la peor de toda la Unión Europea después de Grecia. No estaremos en recesión, pero desde luego ni crecemos por encima del 3% como Alemania ni, en el mejor de los casos, lo vamos a hacer en los próximos años. La destrucción de empleo se ha desacelerado, pero seguimos aportando el 60% del total de parados que ha generado la crisis en la Unión Europea y no hay visos de que vayamos a ser capaces de enderezar la situación laboral porque ni tenemos crecimiento económico, ni se le espera, y encima seguimos sin hacer la reforma del mercado de trabajo que necesita este país para cambiar las cosas. El crecimiento del diferencial de tipos con Alemania se ha frenado y el Gobierno está consiguiendo colocar en los mercados, a un coste más o menos razonable, las ingentes cantidades de deuda pública que está emitiendo, pero no es capaz de recortar sustancialmente el déficit presupuestario exponiéndose, con ello, a la posibilidad de que esa crisis de la deuda soberana que ya empiezan a vaticinar algunos expertos se lleve por delante a nuestro país. En estas circunstancias, ¿qué más da calificar o no a la situación económica de recesión, de estancamiento o de crecimiento débil si las cuestiones de fondo siguen sin resolverse y la situación a medio plazo continúa siendo de extrema gravedad? Porque esto no se arregla sólo con semántica.

En Libre Mercado

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