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Emilio J. González

Las culpas de Arenillas

La CNMV puede haberle exonerado, pero las razones que exigen su dimisión siguen siendo tan válidas como antes de que el regulador de los mercados se pronunciara.

La Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) ha exonerado a su controvertido vicepresidente, Carlos Arenillas, de dar trato de favor a la gestora Vega Fund después de que el presidente de la misma, Ravi Mehra, lo invitara a una opípara cena de 1.400 euros con continuación en la noche madrileña. Según un informe interno de la CNMV, aprobado por su consejo, el regulador de los mercados financieros no ve trato de favor alguno hacia Vega Fund en la aprobación de su hedge fund en el momento más crítico de la historia de la gestora, pese a que después de la cena, y antes de que el organismo diera luz verde al fondo, el hermano de Arenillas empezó a trabajar para ella.

Evidentemente, tal y como están las cosas en estos momentos, con la CNMV siguiendo directrices del Gobierno y con el Ejecutivo negándose a iniciar los trámites para cesar a Arenillas, no cabe esperar otra cosa distinta a la que se ha producido en el consejo del organismo regulador. Pero el hecho de que la Comisión exculpe a su vicepresidente y, en consecuencia, cierre cualquier posibilidad, en lo que al organismo se refiere, de abrir un proceso para cesar a Arenillas no exime a éste de actuar como exigen las circunstancias.

Los funcionarios de la CNMV tienen prohibido, por el reglamento interno de la institución, aceptar cualquier tipo de regalo o invitación por parte de los supervisados, ya sean gestoras de fondos de inversión, ya sean empresas cotizadas. Con ello, lo que se pretende evitar es la captura del funcionario, el que actúe influido por estas dádivas en lugar de hacerlo con la independencia propia de su puesto y de su organismo. Por tanto, lo que es válido para el personal de la Comisión tiene que serlo, con mucha más razón, para quien, como Arenillas, ocupa un cargo de relevancia en el organismo. Aunque esto no está escrito en ninguna ley, es del todo punto esencial para garantizar la credibilidad y la buena imagen de un organismo de la importancia que, en teoría, debe tener la CNMV.

En consecuencia, y aunque no exista una disposición legal que le obligue a ello, aunque la Comisión considere que no se ha producido ninguna irregularidad en las actuaciones de Arenillas respecto a Vega Fund, el incumplimiento de ese principio de lejanía entre el supervisor y los supervisados es razón suficiente para que Arenillas dimita, o para que el propio organismo pida su cese de la misma forma que reclamó a Conthe una solución rápida a su dimisión, debido a que la simple violación de ese principio de conducta abre demasiadas sospechas acerca de la independencia de la CNMV. En Estados Unidos o en la mayor parte de los países más serios de la Unión Europea, Arenillas ya no seguiría en el cargo, pero, por lo visto, aquí sí.

De todas formas, conviene no olvidar una segunda cuestión, la de Tagomago, la sociedad de inversiones administrada por Arenillas cuando ya era vicepresidente de la Comisión. Aquí sí podría haberse producido una violación de la ley, una incompatibilidad por parte de Arenillas. Éste, nada más acceder a la vicepresidencia de la CNMV, debería haber puesto a otra persona a gestionar y liquidar Tagomago. Sin embargo lo hizo él personalmente, lo que podría ir en contra de la normativa legal vigente y, desde luego, en contra de esos principios de honestidad e imagen que deben caracterizar a quienes desempeñan tareas como las que él tiene encomendadas. La CNMV puede haberle exonerado, pero las razones que exigen su dimisión siguen siendo tan válidas como antes de que el regulador de los mercados se pronunciara.

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