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Emilio J. González

Las verdades sobre Endesa

En las últimas semanas, vienen produciéndose operaciones sospechosas con la cotización de la gasista, que se pasa la mañana cayendo y, a última hora de la tarde, acaba subiendo. Parece como si alguien estuviera operando para aguantar su cotización.

El consejero delegado de Gas Natural, Rafael Villaseca, ha lanzado sus dardos envenenados contra Endesa, a la que ha acusado de muchas cosas. Sin duda, todo esto forma parte de la estrategia de la gasista para hacer bajar la cotización de la eléctrica y facilitar una OPA que, a los precios actuales, es demasiado cara para Gas Natural, así como intentar convencer a los accionistas de Endesa de que acepten las condiciones ofrecidas por la gasista, o las que ofertará más adelante. Pero, ¿cuál es la auténtica verdad sobre una y otra compañía?

Lo que dice Villaseca de que Endesa ha ido mal en los últimos años por sus inversiones en Latinoamérica y su entrada en el sector de las telecomunicaciones es cierto. No obstante, conviene aclarar varias cosas al respecto. La primera de ellas es que las inversiones en Latinoamérica, que tantos problemas han causado a Endesa en los últimos años, no las llevó a cabo la actual dirección, encabezada por Manuel Pizarro, ni tampoco el equipo que le precedió, presidido por Rodolfo Martín Villa. Por el contrario, tuvieron lugar durante los últimos gobiernos socialistas de Felipe González, cuando Feliciano Fuster era el presidente de la compañía. Entonces Endesa desembarcó de cualquier manera, y con formas que dejan mucho que desear, en una región tan arriesgada como Latinoamérica, donde a principios de esta década se produjo la crisis del peso argentino. Así mismo, la decisión de entrar, a finales de la década de los noventa, en lo que entonces era el prometedor sector de las telecomunicaciones y luego resulto un fiasco en toda Europa, tampoco fue de Pizarro, sino de Martín Villa. Pizarro, cuando llegó a la presidencia de Endesa, se encontró con esa situación y lo que tuvo que hacer fue sanearla, algo que hasta ahora está llevando a cabo con acierto, tal y como ponen de manifiesto los informes de las casas de Bolsa, que dan a Endesa un precio objetivo del entorno de los 25,5 euros, lo que, por cierto, justifica su cotización actual, no la OPA en sí misma que lo único que ha hecho ha sido que aflore en el precio de las acciones el verdadero valor de Endesa.

También es cierto que, en los últimos cinco años, la cotización de Endesa solo ha ganado un 2,2%. Pero la de Gas Natural, con muchos menos problemas que los que heredó Pizarro, tampoco lo ha hecho mucho mejor, con la diferencia de que los accionistas de Endesa han disfrutado de un dividendo sensiblemente superior a los de la gasista. De hecho, Endesa es una de las tres compañías del Ibex 35 con mayor rentabilidad por dividendo, cosa de la que no puede presumir, ni de lejos, la gasista. Con lo cual, si se suman la evolución de la cotización y los dividendos, los accionistas de Endesa salen mucho mejor parados que los de Gas Natural.

Lo que ya es más discutible es eso de que como Endesa no ha sabido invertir, tiene que devolver el dinero a sus accionistas en forma del dividendo de 2,4 euros por acción que pagará este año. Pero eso es lo que piden hoy en día los inversores quienes, escarmentados por las enormes pérdidas cosechadas tras el estallido de la burbuja de las tecnológicas, hoy no quieren aventuras sino ganancias seguras, por lo que exigen dividendos y valoran más a aquellas compañías que ofrecen una rentabilidad más alta en este sentido. Eso ocurre con Endesa, con casi todas las sociedades que cotizan en la Bolsa española, y en todas las plazas financieras importantes de Occidente, ya sea Wall Street, ya sea la City, ya sea Frankfurt.

Además, uno de los principios básicos de valoración de empresas desde el punto de vista bursátil dice que cuando no existen oportunidades de inversión, lo que hay que hacer es devolver el dinero a los accionistas. Esto es lo que está llevando a cabo Endesa sin que Gas Natural diga dónde están esas maravillosas oportunidades de inversión. Lo que ocurre en realidad con la cuestión del dividendo es que a Gas Natural no le gusta su pago porque estimula la subida de la cotización de Endesa, con lo que encarece la OPA, y porque, en caso de triunfar en la operación, le vendría muy bien esa caja para pagar los gastos en que incurra y reducir el endeudamiento que provoque. De hecho, la gasista lo único que hasta ahora ha puesto encima de la mesa son papelitos, porque ese 35% que ha ofrecido pagar en metálico procede de la venta de activos a Iberdrola y nada más que de ahí. O sea, Gas Natural no pone un duro de su bolsillo, pese a que el Gobierno le ha advertido recientemente que tiene que rascárselo una vez que el Ejecutivo se ha mojado a fondo en favor de la operación. Y sus papelitos no valen tanto como dicen, como prueba el hecho de que, en las últimas semanas, vienen produciéndose operaciones sospechosas con la cotización de la gasista, que se pasa la mañana cayendo y, a última hora de la tarde, acaba subiendo. Parece como si alguien estuviera operando en el mercado para aguantar la cotización de Gas Natural. ¿Será Intermoney? ¿Será La Caixa? ¿Serán los bancos de negocios contratados por Gas Natural para la operación? ¿Serán todos en conjunto?

Por último, Villaseca habla de que Endesa no tiene acceso a fuentes de energía claves, pero el de Gas Natural habría que ponerlo en cuestión. Si lo tiene es porque el Gobierno no quiso romper su monopolio en el contrato de Argelia para facilitar la OPA, pero ese gas no es suyo sino que procede de un contrato promovido por el Gobierno en la década de los 90. Gas Natural, en consecuencia, no tiene fuentes propias, sobre todo porque con la reclamación de Bolivia sobre las reservas de gas natural de Repsol en aquel país se ha venido abajo el acuerdo entre la petrolera y la gasista, acuerdo que permitía a esta última compañía el asegurarse contar como propio con un 12% del gas que comercializa. Así es que esa crítica, que es cierta en lo que se refiere a Endesa, también se puede aplicar a Gas Natural. Estas son las verdades de la eléctrica; también las de la gasista.

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