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Emilio J. González

Llegó la libertad

El vicepresidente económico del Gobierno, Rodrigo Rato, acaba de anunciar que el cambio de fondo de inversión estará exento de tributación. Esto significa que, si un ciudadano tiene sus ahorros en un fondo y decide trasladarlos a otro por las razones que sean, las plusvalías que afloren en el momento del cambio no tendrán que pagar IRPF. Pocas medidas tributarias podrían ser más beneficiosas que ésta para potenciar el ahorro en España.

Desde 1996 en adelante, los fondos de inversión se han convertido en la fórmula preferida de los ahorradores españoles. Y es que la estabilidad económica alcanzada desde entonces ha venido acompañada de una caída de los tipos de interés que, si bien ha dinamizado la economía y ha liberado muchas rentas que antes iban al pago de hipotecas, también ha traído consigo una caída drástica de las retribuciones de las cuentas bancarias y las letras del Tesoro. El ciudadano, por tanto, necesitaba alternativas para ahorrar y las ha encontrado en la Bolsa y, sobre todo, en los fondos de inversión. Hasta aquí, todo correcto.

El problema surge cuando el ahorrador decide trasladar su dinero de un fondo a otro porque le ofrece una rentabilidad mayor o le cobra comisiones más bajas. Esto es lo normal en las economías de mercado donde la libertad de elegir es la mejor garantía para que los precios -en este caso las comisiones- sean bajos y la eficiencia -leasé rentabilidad- elevada. Esto es lo que dice la teoría; la práctica en España, sin embargo, no era exactamente así: el cambio de fondo de inversión estaba penalizado por la tributación de las plusvalías obtenidas. De esta forma, el cliente de una gestora se veía preso de la misma por razones fiscales puesto que a la hora de considerar un posible cambio de fondo debía tener en cuenta no sólo la diferencia de rentabilidades entre uno y otro sino también el dinero a pagar en el IRPF. Esa situación va a cambiar a partir del 1 de enero de 2003.

Esta reforma, de todas maneras, se ha hecho esperar. Todos coincidían en que era necesaria, pero a la hora de dotarla de contenido empezaban las matizaciones y las pegas, la mayor parte de las cuales procedían de la banca, que ofrecía a sus clientes todo tipo de servicios financieros, desde domiciliación de nóminas y recibos a instrumentos de inversión. A partir de ese momento, el cliente quedaba capturado por razones fiscales, lo que le perjudicaba a él y a las gestoras de fondos de inversión ajenas al mundo bancario. Por ello, las entidades de crédito pedían que la exención de tributación se limitará a los fondos de una misma gestora, o sea, cambio de fondo sí pero conservando el cliente. Eso cambiará a partir del 1 de enero de 2003 y servirá para introducir más competencia en el sector de la que, sin duda, el primer beneficiario será un ahorrador que, ahora sí, tendrá de verdad libertad para elegir.

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