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Emilio J. González

Lo que Evo se llevó

Lo más grave es la debilidad y la incapacidad que viene demostrando el Gobierno español en este asunto a la hora de defender los intereses nacionales y de las empresas españolas en el exterior.

La nacionalización de los hidrocarburos por parte del presidente de Bolivia, Evo Morales, ha supuesto un duro golpe para el Gobierno español, que ha puesto en evidencia bastantes de las debilidades del Ejecutivo que preside José Luis Rodríguez Zapatero. Zapatero invitó a Morales a visitarle en La Moncloa, nada más ganar este último las elecciones generales en su país, quiso ser su amigo, alinearse con él lo mismo que lo está con Fidel Castro y Hugo Chavez, venderle la historia esa de la alianza de civilizaciones y ahora resulta que el amigo boliviano se la juega, sin previo aviso ni, por lo visto, posibilidad alguna de una vuelta atrás en el decreto de nacionalización.
 
La decisión de Morales supone un duro golpe para Repsol, en muchos sentidos, muchos más de los que parece. De entrada, sucede lo obvio: la petrolera que preside Antoni Brufau ha perdido sus reservas de crudo y gas en Bolivia, no las más importantes con las que contaba en Latinoamérica, pero sí de un volumen nada desdeñable. Pero, lo que es más importante, esas reservas de gas eran las que sustentaban el acuerdo entre Repsol y Gas Natural para que esta última pudiera abastecerse en, al menos, un 12%, de gas propio. Ese acuerdo ahora puede haber saltado por los aires, junto con las escasas posibilidades que le quedaban a Gas Natural y al grupo industrial de La Caixa de triunfar en su OPA sobre Endesa porque la pérdida de esas reservas, como es lógico, reducirá el valor en bolsa de las acciones de la gasista en cuanto los analistas se percaten de este hecho y empiecen a hacer cuentas.
 
Lo más grave, sin embargo, probablemente no es eso, sino la debilidad y la incapacidad que viene demostrando el Gobierno español en este asunto a la hora de defender los intereses nacionales y de las empresas españolas en el exterior. El Ejecutivo está dando muestras de ser incapaz de resolver esta crisis de una forma mínimamente satisfactoria y se encuentra, además, sin argumentos de peso que oponer a la decisión de Evo Morales en tanto en cuanto el Gabinete justificó el decreto anti-E.On, por el cual la Comisión Europea acaba de abrir un expediente a España sin deliberación previa, por considerar que el sector energético es estratégico para el país. Ahora, Evo Morales puede alegar lo mismo y al Gobierno, prisionero de sus errores en tantos ámbitos de la política, no le quedaría entonces más que tratar de negociar una compensación satisfactoria para Repsol. Por desgracia, tal y como están las cosas en estos momentos y teniendo en cuenta el escaso peso, por no decir nulo, del Ejecutivo de Zapatero en el contexto internacional, sin aliados potentes que puedan apoyarle, esto sería casi lo más que podría conseguir el Gobierno, salvo que ocurra poco menos que un milagro.
 
Pero es que esa debilidad que viene manifestando el Ejecutivo en tantos ámbitos, y puesta de manifiesto en el caso de Bolivia, puede espolear las aspiraciones de otros gobiernos latinoamericanos de recuperar los yacimientos petrolíferos con que cuenta Repsol en la región. No se trata de presentar un panorama catastrofista con tal de criticar a Zapatero, sino de una realidad constatada: en Argentina, tanto el Gobierno de Kirchner como el conjunto de la clase política del país están deseando arrebatar a Repsol las reservas de YPF. Evo Morales acaba de darles el ejemplo y lo que pueda pasar a partir de ahora en Argentina depende en buena medida de cómo actúe el Ejecutivo de Zapatero para solventar la crisis con Bolivia.
 
El daño para Repsol, de todas formas, puede estar hecho ya. Una caída en Bolsa de su cotización, como la que se está produciendo estos días como consecuencia de la nacionalización de las reservas bolivianas, deja expuesta a la petrolera todavía más a una OPA por parte de cualquiera de los grandes del sector, una posibilidad que no hay que descartar si se tiene en cuenta que más de una compañía ya ha manifestado su interés por hacerse con Repsol. Y si tenemos presente que el patio energético español está muy revuelto por culpa de las actuaciones del Gobierno para tratar a cualquier precio de que Endesa acabe en manos de Gas Natural, actuaciones que han motivado una ofensiva abierta de la Comisión Europea contra España, ¿quién pararía los pies a un hipotético comprador que lanzase una OPA sobre la petrolera que preside Brufau? ¿Podemos estar a punto de perder una segunda empresa energética?

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