El vicepresidente económico del Gobierno, Rodrigo Rato, acaba de decir a Bloomberg que el sector eléctrico español dentro de poco tiempo podría tener seis competidores y, además, que esto podría permitir que se levantaran los obstáculos actuales a posibles fusiones entre empresas del sector.
Estas palabras no dejan de tener su miga. En primer lugar, porque cuando Rato habló de un sexto competidor en el mercado eléctrico español se refirió específicamente a Repsol, una compañía hoy por hoy muy necesitada de una buena dosis de diversificación de sus actividades después de las consecuencias que está teniendo para la petrolera la crisis de Argentina, un país del que procede el 70% del crudo que comercializa la compañía que preside Alfonso Cortina. A Repsol, por tanto, le sentará muy bien entrar en el mercado eléctrico porque le ayudará a recuperarse de esa situación, a diversificar sus riesgos y a ganar un peso que le permita defenderse adecuadamente de una posible OPA por parte de cualquiera de los grandes del sector. Y es que la empresa argentina tiene un precio por acción muy bajo en Bolsa comparado con el de los grandes y su tamaño es, aproximadamente, entre cinco y diez veces inferior.
Tan interesante o más es la cuestión de las fusiones. Endesa e Iberdrola, en principio, siguen negando que vaya a retomarse nuevamente el proyecto, del que desistieron en febrero del año pasado al conocer las condiciones que impuso el Gobierno para autorizar la operación. Pero la verdad es que, desde entonces, ambas compañías se han lanzado a desinvertir y, lo que es más significativo, lo que están vendiendo es lo que decía el plan del Gobierno para autorizar la fusión. ¿Están retomando el proceso? Ellas lo niegan, pero desde finales del año pasado en los mercados y en los mentideros políticos circula el rumor de que la operación podría volver a ponerse en marcha. Las palabras de Rato no han hecho más que alimentar esas expectativas.
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