Menú
Emilio J. González

Ni inminente, ni recuperación

El Gobierno no puede seguir negándose a ver la realidad. El paro, la recesión, el déficit, los problemas del sistema financiero... forman parte de un todo, la crisis, que no se va a resolver mientras no se arreglen todos y cada uno de estos problemas.

Lo de este Gobierno ya es de risa, por no decir de llorar. Tan sólo 24 horas después de que Zapatero pusiera todo su empeño en tratar de convencernos de que la recuperación económica es "inminente", ha tenido que salir la vicepresidenta primera a decir que bueno, que tanto como inminente no, pero sí cerca. O sea, que al Ejecutivo no le van a cuadrar los datos para presentar un crecimiento positivo en el cuarto trimestre ni siquiera haciendo trampas estadísticas. Pero más allá de lo que diga el uno, la otra y la que calla, lo cierto es que en el horizonte no se atisba recuperación alguna, y mucho menos inminente, próxima, a la vuelta de la esquina o como quieran decir.

Lo cierto es que la mejora relativa de algunos indicadores económicos no es más que el fruto de las ingentes cantidades de dinero público que se han derrochado en ese intento de Zapatero de superar la crisis a golpe de talonario, sin entender ni la verdadera naturaleza de la misma, ni que el camino que ha emprendido no lleva a ninguna parte más que al desastre. Aún así, ha conseguido generar una cierta ficción que, por su propia fragilidad, por carecer de cimientos adecuados, se va a venir abajo como un castillo de naipes en cuanto desaparezcan los impulsos a base de chequera. ZP ha pretendido sostener artificialmente la demanda sin entender que esto es una crisis de oferta y ahora que ya no tiene más dinero para tirar, esa demanda artificial que mejoraba el aspecto de algunos indicadores se va a venir abajo y va a devolver a la producción y al empleo a la verdadera realidad de una crisis muy profunda que todavía no se ha empezado a combatir. Así es que, de recuperación inminente, nada de nada. Aquí lo único inminente va a ser el descalabro de la economía española a partir de la próxima primavera, con lo cual, de recuperación, tampoco nada de nada.

Al Gobierno ya se lo está advirtiendo todo el mundo: no puede seguir como hasta ahora, negándose a ver la realidad tal cual es. El paro, la recesión, el déficit público, los problemas del sistema financiero... forman parte de un todo, la crisis, que no se va a resolver mientras no se arreglen todos y cada uno de los problemas que han dado lugar a ella. La economía no va a remontar el vuelo mientras no se arreglen los problemas del sector financiero y vuelva a fluir el crédito. Y eso implica, entre otras cosas, que se permita de una vez por todas que se produzca el ajuste necesario en el sector de la construcción. El desempleo no se va a solucionar sin una verdadera reforma laboral que genere puestos de trabajo, reduzca el gasto en prestaciones por desempleo y aumente los ingresos de hacienda a través del IRPF de los nuevos contratados y del mayor consumo que lleven a cabo, lo que generará más recaudación por IVA y más beneficios empresariales. Pero, aún así, el déficit seguirá siendo un problema mientras el Gobierno no se decida de una vez por todas a recortar esos 60.000 millones de euros que se pudo gastar el sector público español durante la burbuja inmobiliaria porque ella misma los generaba y que ya han pasado a la historia. Si el Gobierno no resuelve el problema del déficit, va a seguir absorbiendo todos los recursos financieros y, entonces, no habrá crédito para que las empresas puedan invertir y contratar y las familias, consumir. Y ese problema sólo se resuelve con una reforma estructural que afecte a todas las administraciones públicas, empezando por las comunidades autónomas.

¿Va a hacer Zapatero algo de esto? Francamente, lo dudo mucho. En materia laboral, es prisionero de unos sindicatos que ha dejado que se le suban a las barbas y, por tanto, jamás van a aceptar la reforma del mercado de trabajo que este país está pidiendo a gritos. Si ZP lo intenta, lo más probable es que se encuentre con una huelga general porque es un presidente débil y enfrente tendría a unos sindicatos nada racionales y muy ideologizados. En materia financiera, o sea, de cajas de ahorros, el presidente tendría que enfrentarse con los barones territoriales que quieren que las cajas sigan siendo un coto privado suyo y no lo tendría fácil, aunque, con la ayuda del Banco de España, podría conseguirlo. Pero en cuanto intentase meterse en el charco de las finanzas autonómicas, todo el mundo se le iba a echar encima, empezando por Cataluña, y, como he dicho antes, ZP es un presidente débil que no tendría capacidad alguna de aguantar el envite porque, entre otras cosas, sigue negándose a un pacto de Estado con el PP para resolver todas estas cuestiones. En conclusión, y por desgracia, además de que todavía tenemos crisis para rato, lo que nos espera después es un largo periodo de depresión, con lo cual, de recuperación, nada de nada, y mucho menos inminente.

En Libre Mercado

    0
    comentarios