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Emilio J. González

No se lo creen ni ellos

Es imposible crear empleos al ritmo que se precisa para devolver la tasa de paro al 8% en 2015, y más aún si el Gabinete sigue negándose a poner en marcha las reformas estructurales que necesita nuestra economía, empezando por la laboral.

El Gobierno acaba de decir que la tasa de paro volverá al 8%, el nivel previo a la crisis, en 2015. Aunque ya no dicen que todo se va a arreglar de la noche a la mañana, por obra y gracia de Zapatero, como no podría ser menos, esto del 2015 tampoco se lo creen ni ellos.

Cualquiera que les escuche pensaría que en cinco años, ya que 2010 apenas ha comenzado, hay tiempo más que de sobra para que se cumplan los nuevos pronósticos del Ministerio de Economía. Sin embargo, este año, lejos de iniciarse el proceso de creación de empleo, van a seguir destruyéndose puestos de trabajo. La reducción del paro exige tasas de crecimiento económico positivas, pero todos los análisis apuntan a que este año la recesión continuará instalada en España, eso sí, más suave que en 2009, pero recesión a fin de cuentas, lo que quiere decir que la sangría del empleo no terminará aún. Con lo cual, sólo quedarían cuatro años para que se cumplieran los pronósticos del Gobierno, lo que, dado el volumen de paro real en nuestro país, sin maquillaje estadístico alguno, y el nivel que puede alcanzar en este ejercicio, implicaría crear, por término medio, un millón de empleos al año para volver a esa tasa de paro del 8%. ¿Es posible esto? En absoluto.

Para generar empleos a semejante ritmo lo primero que necesita la economía española es contar con sectores que actúen como motores del crecimiento económico y de la creación de puestos de trabajo. Esos motores, hoy por hoy, no existen. El sector de la construcción ha saltado por los aires y no podrá volver a tener un papel razonablemente importante en la lucha contra el paro mientras no dé salida al enorme stock de viviendas que aún permanecen sin vender y mientras no caigan los precios bastante más de lo que lo han hecho hasta ahora –The Economist estima que deben reducirse en, aproximadamente, un 55%–, con el fin de eliminar el gran exceso de oferta que hay en estos momentos. Eso implica que el Gobierno deje de frenar el ajuste en el sector, lo cual, hoy por hoy, parece que no es el caso. La industria tampoco está como para tirar cohetes. La constante pérdida de competitividad de la economía española ha minado considerablemente su capacidad y, como ahora no podemos devaluar, porque España es parte del euro, o se reducen precios y salarios –según Paul Krugman en un 15%– o no hay nada que hacer. Y, para complicar más la cosa, la desastrosa política energética del Ejecutivo, lejos de jugar a favor de la industria, le impone costes crecientes y muy superiores a los de los países de nuestro entorno por la electricidad que consume. Así es que el motor de la recuperación tampoco está ahí. Por supuesto, queda el turismo, que se irá recuperando a medida que lo hagan las principales economías de la UE, pero con esto no va a bastar.

Luego están las condiciones financieras. Desde mediados de los 90, los fuertes ritmos de creación de empleo han venido respaldados por un crédito tan barato como abundante, pero también, y por desgracia, por un fuerte endeudamiento externo de la economía española. Sin embargo, después de la crisis financiera, el crédito se está volviendo escaso y, además, la economía española ya no tiene más capacidad de endeudamiento. Por el contrario, aquí toca apretarse el cinturón para ir pagando lo mucho que se debe, lo cual va a frenar un consumo y una inversión que tampoco van a encontrar préstamos que lo financien. Lo cual implica bajas tasas de crecimiento económico durante bastante tiempo y, por tanto, de creación de empleo.

Para complicar más las cosas está el Gobierno. Su política de gasto público tan desenfrenado como inútil ha disparado el déficit presupuestario hasta niveles insostenibles. Su financiación está comiéndose todos los recursos que necesita el sector privado para funcionar y, encima, el Ejecutivo, en lugar de imponer recortes drásticos del gasto, se dedica a subir los impuestos, con lo cual reduce la capacidad de consumo de las familias. En este contexto, por tanto, es imposible crear empleos al ritmo que se precisa para devolver la tasa de paro al 8% en 2015, y más aún si el Gabinete sigue negándose a poner en marcha las reformas estructurales que necesita nuestra economía, empezando por la laboral. Así es que lo dicho, eso del paro en el 8% en 2015 no se lo creen ni ellos. No es más que otra de sus mentiras para tratar de convencernos de que lo están haciendo bien, cuando no es así, mientras esperan la recuperación económica de la UE como agua en mayo, como si con ello bastara para resolver nuestros problemas, cuando no es así.

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