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Emilio J. González

Otra ocurrencia de Sebastián

El resultado final será que la clase media tendrá que pagar más impuestos, que las posibilidades de acceder a una vivienda se van a ver seriamente recortadas y que el sector puede seguir viviendo un largo periodo de estancamiento.

Supongo que muchos de ustedes no se han preguntado de dónde diantre sale esa dichosa idea de suprimir la deducción en el IRPF por compra de vivienda. Estamos ya tan acostumbrados a que Zapatero gobierne a golpe de ocurrencia disparatada que, prácticamente, ya se le imputa a él de oficio. Sin embargo, dos tardes de economía no dan para tanto. Algunos de ustedes, sin embargo, pensarán: bueno, eso de que la deducción no vaya a eliminarse hasta 2011 suena bastante a que el Gobierno quiere favorecer a los promotores y forzar que todo el mundo se lance a comprar casas mientras todavía pueda acogerse a ese beneficio fiscal: de esta forma, los promotores se librarían de esos cientos de miles de pisos que siguen teniendo en sus carteras y, además, lo harían sin tener que bajar mucho el precio. A fin de cuentas, para eso contrataron al ex director de la Oficina Económica de la Presidencia del Gobierno, David Taguas. Si esto es lo que piensan algunos de ustedes, no andan del todo desencaminados. Taguas ha tenido que ver en esto, pero la paternidad de semejante ocurrencia no es suya. ¿De quién es, entonces?, preguntarán ustedes. Pues de quién va a ser. ¿Quién es, junto con ZP, el campeón de las ideas brillantes en este Gobierno? Sí, ése que ya tienen ustedes en mente, Miguel Sebastián.

Verán, resulta que durante la campaña de 2004 y los primeros tiempos del Gobierno de Zapatero, Sebastián lanzó esa idea en público y en privado. El hoy ministro de Industria pensaba que si se eliminaba la deducción por compra de vivienda, el precio de ésta dejaría de subir a ritmos vertiginosos y se corregiría el problema. Así se lo dijo a Zapatero, pero el presidente del Gobierno consideró que esa medida sería harto impopular, que el PP y la opinión pública le acusarían de subir los impuestos cuando el propio ZP estaba empezando a decir que bajarlos era de izquierdas –¿ya se le ha olvidado?–, que si la construcción estaba creando tanto empleo no había que provocar su frenazo en seco y, por tanto, la descartó por completo. Por cierto, desde entonces hasta que estalló la burbuja inmobiliaria, los precios de la vivienda, por término medio, se duplicaron. Pues bien, cuando la semana pasada se reunió el Consejo de Ministros para analizar la crisis, Sebastián volvió a poner la idea encima de la mesa, en parte porque sigue convencido de que eso es lo que hay que hacer, en parte porque ya había hablado previamente con Taguas, que para algo ambos son del mismo clan. Esta vez Zapatero vio la oportunidad de transformarla en su habitual demagogia de izquierdas y eso es lo que hizo en su propuesta del martes en el Congreso, esto es, la desaparición de la deducción a partir de 2011 excepto para las rentas más bajas, que es lo que es de izquierdas. ¿Recuerdan ustedes que la semana pasada la número tres del PSOE, Leire Pajín, habló de subir los impuestos a los más ricos? Pues ahí lo tienen, subida de impuestos para los ricos y, sobre todo, para las más que sufridas clases medias –por lo visto, ahora es de izquierdas incrementar la presión fiscal a la clase media–, que son quienes soportan verdaderamente la carga fiscal en este país, ya que las rentas bajas apenas cotizan y los adinerados siempre tienen fórmulas de sobra a su alcance para reducir drásticamente su factura fiscal.

Ahora bien, como pasa siempre en estos casos, todo este tipo de medidas supuestamente encaminadas a mejorar la justicia social –normalmente implican empobrecer a todos, para que todos sean iguales–, la desaparición de semejante deducción va a crear más problemas de los que Zapatero dice querer resolver. ¿Por qué? En primer lugar, tengo serias dudas de que esa presión para comprar ahora un piso vaya a ser efectiva porque para eso lo primero que hace falta es que alguien conceda un crédito hipotecario y a tipos de interés razonables, lo que hoy por hoy no es el caso. En segundo término, porque para que una persona o una familia se embarque en semejante gasto no sólo tiene que tener trabajo, sino también y sobre todo perspectivas de conservarlo, cosa harto difícil en un país en el que el desempleo camina a pasos agigantados hacia los cinco millones de personas y en que cada día desaparecen siete mil puestos de trabajo. Mucho me temo, por tanto, que los promotores no pueden prometérselas tan felices como parecía el martes cuando Zapatero realizó semejante anuncio. Además, ¿qué va a pasar cuando desaparezca la deducción? Pues que, al final, e inevitablemente, los precios de la vivienda tendrán que seguir cayendo porque sin esa deducción nadie va a poder adquirir un piso a los precios actuales. ¿Qué va a pasar entonces con el sector inmobiliario? Pues que o baja los precios drásticamente, un 50% sobre los actuales dice The Economist, o va a seguir estancado y, con él, la economía, porque por mucho que Zapatero hable de promover la vivienda de protección oficial, esto es algo que no compete al Gobierno, sino a las comunidades autónomas, cuyos dirigentes son siempre más sensibles a los intereses de los empresarios de su región.

Así es que el resultado final será que la clase media tendrá que pagar más impuestos, que las posibilidades de acceder a una vivienda se van a ver seriamente recortadas para mucha gente y que el sector, lejos de lo que piensa, puede seguir viviendo un largo periodo de estancamiento. Estas son las ideas que Zapatero primero le compra a Sebastián y luego transforma en su retórica izquierdista habitual. Así, desde luego, tendremos crisis para largo. Con razón, en este caso, el PP dice que hay que mantener, y se compromete a hacerlo, dicha deducción. Claro que ahora tendremos que ver si las comunidades autónomas en las que gobierna llevan esta idea a la práctica.

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