Menú
Emilio J. González

Punto final

Los expertos económicos llevan años fallando más que una escopeta de feria en sus previsiones. Por lo visto, 2002 no va a ser la excepción que confirme la regla.

Los agoreros de la crisis habían pronosticado que la economía española crecería este año, en el mejor de los casos, el 2,1%, aunque la mayoría de ellos se inclinaba por tasas inferiores al 2%. Pues bien, el Banco de España acaba de decir que el PIB español aumentó el 2,1% interanual en el primer trimestre y, lo que es más importante, ha manifestado también que la desaceleración económica da bastantes muestras de haber llegado a su fin. O sea, que en los trimestres siguientes el crecimiento se acelerará, justo lo contrario de lo que dicen los expertos.

Lo que cuenta el Banco de España en su último boletín mensual no es ninguna novedad. Los indicadores macroeconómicos ya venían avanzando que la desaceleración estaba llegando a su fin y el Banco lo ha confirmado, a la espera de que el próximo mes lo ratifique oficialmente el Instituto Nacional de Estadística (INE) cuando presente los datos de la contabilidad nacional. En ese momento, es posible que el INE dé un crecimiento del 2,2% o, incluso, del 2,3% puesto que tiene más medios que el Banco de España para calcular el comportamiento de la economía española, sobre todo en lo que se refiere al sector exterior, que es quien suele marcar las diferencias entre los cálculos de la autoridad monetaria y los de la oficina de estadísticas. Pero esa diferencia es escasa y lo que importa de verdad es que no enmascara el cambio de tendencia en la coyuntura económica que ha empezado a gestarse en los últimos meses.

Ahora falta por ver la intensidad de la recuperación, pero ésta vendrá marcada por la evolución de la economía internacional, puesto que el consumo y la construcción mantienen su pulso y han sostenido el crecimiento en los últimos meses. Por tanto, si se recupera Estados Unidos, lo hará la economía mundial, lo que tirará al alza de las exportaciones y de las inversiones ligadas a ellas y, por tanto, dinamizará la actividad productiva española. Los datos de paro de abril, con una bajada de 12.000 desempleados, parecen indicar que esos efectos empiezan a sentirse, con independencia de los efectos estacionales y de calendario que puedan incidir en las cifras del mercado de trabajo, como la Semana Santa o, es un decir, la llegada del buen tiempo.

Todo apunta, por tanto, a que la recuperación ya está aquí, aunque todavía no se note del todo en los beneficios empresariales, castigados con dureza en más de un caso por la crisis Argentina. Otra cosa es la fuerza de la reactivación. En cualquier caso, y salvo sorpresas mayúsculas, se puede decir que la desaceleración ha terminado, por mucho que los agoreros de la crisis se empeñen en lo contrario.

En Opinión