Los recientes apagones en Cataluña, Madrid y Valencia han reabierto con fuerza e intensidad una polémica que estaba latente desde la pasada primavera, esto es, la capacidad del sistema eléctrico español para atender la demanda. En su momento se dijo que había capacidad de generación suficiente para atender conjuntamente el máximo histórico de demanda en nuestro país y sobraría energía para satisfacer toda la demanda de Portugal. Esta semana hemos podido comprobar que semejantes declaraciones son una falacia. Pero, ¿quién tiene la culpa?
Las eléctricas dicen que es del Gobierno porque no les permite subir las tarifas y por ello no invierten. Y el Ejecutivo contesta que las compañías ganan mucho dinero, son eficientes y, por tanto, esa subida no la necesitan para nada. Este es el debate del momento, pero la raíz del problema es otra.
Todo surge con el "parón" nuclear que en su momento decretó el PSOE, lo que frenó el aumento de capacidad de generación en nuestro país. Eso sí, se compensó por ello a las eléctricas pero se limitó la capacidad de adaptación al crecimiento de la demanda. Luego vino la reordenación del mapa eléctrico español, que consagró monopolios territoriales de los que se han beneficiado durante años Endesa, Iberdrola, Hidrocantábrico y Unión Fenosa. Y como estaban protegidos frente a la competencia interna y externa, no invirtieron. Eso también es parte del mal. A continuación siguió la liberalización, pero fue incompleta porque se limitó de una forma u otra la entrada de competidores extranjeros, con lo que el problema siguió. Eso sí, las eléctricas, mientras tanto, se han llevado miles y miles de millones en concepto de costes de transición a la competencia, los famosos CTCs, y se dedicaron a invertir en todo menos en su sector. Olvidaron que la protección y la condición de semimonopolio de que todavía disfrutan viene acompañada de una obligación y una responsabilidad económica y social, esto es, la de garantizar el suministro. Y no se ha hecho.
¿De quién es, por tanto, la culpa? Pues es algo así como que entre todos la mataron y ella sola se murió. Eso sí, las tarifas no tienen la culpa.
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