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Emilio J. González

Riesgo en el ladrillo

El Banco de España no es, precisamente, una institución a la que le divierta ser pájaro de mal agüero, o le resulte entretenido dedicarse a meter a la gente el miedo en el cuerpo. Por el contrario, su servicio de estudios es uno de los centros de análisis económicos más serios y de más prestigio de nuestro país. Por ello, la advertencia que acaba de realizar acerca del riesgo de caída del precio de la vivienda, incluso de caída brusca, no debe tomarse a la ligera.

No es esta la primera vez que la entidad que preside Jaime Caruana manifiesta su preocupación por los niveles alcanzados por los precios de la vivienda, ni tampoco la primera ocasión en que avisa de la posibilidad de que empiecen a bajar. Pero ahora ha añadido un elemento nuevo: el peligro de una caída brusca. ¿Puede materializarse?

Según datos del propio Banco, hoy por hoy, el sueldo de los españoles no da para adquirir una casa a los precios actuales. Esto, por sí solo, debería bastar para frenar su subida, siempre y cuando no siga entrando dinero en la vivienda como inversión con la que cosechar importantes plusvalías en un plazo no muy largo de tiempo, un proceso que podría estar llegando a su fin, ya que ese dinero colocado en activos refugio, como el ladrillo o la renta fija, empieza a volver a la Bolsa. Por consiguiente, el escenario más probable es que, en los próximos meses, entremos, si no estamos ya, en una fase de desaceleración del precio de la vivienda e, incluso, de posible reducción paulatina para corregir una sobrevaloración que el Banco de España estima entre el 8% y el 20%, según el modelo de cálculo que aplique.

¿Y la caída brusca? La probabilidad de que se produzca es mucho menor, pero no es del todo punto descartable. La razón es sencilla. Si el precio de la vivienda empieza a bajar, aunque sea ligeramente, puede dar lugar a que quienes han invertido en ladrillo para obtener plusvalías, o como alternativa a una Bolsa que empieza a recuperarse después de tres años de dura crisis, consideren que ha llegado el momento de recoger los beneficios latentes y empiecen a vender. De esta forma, la oferta de pisos aumentaría drásticamente y podría provocar una caída mayor y más rápida de su precio. Es lo mismo que ocurre con las acciones cuando se considera que su cotización no va a subir más, sobre todo si están sobrevaloradas, y se inicia el proceso de venta masiva de títulos, por el que a medida que bajan los precios salen cada vez más títulos a la venta, que buscan evitar pérdidas mayores en las ganancias acumuladas de las producidas hasta ese momento. Con las casas puede ocurrir lo mismo.

Ahora bien, ¿qué posibilidades tiene cada uno de los escenarios? La respuesta del Banco de España es que la probabilidad de una caída brusca irá a más cuanto más tiempo tarde en iniciarse la corrección de la sobrevaloración de la vivienda. Con las burbujas bursátiles sucede lo mismo. En consecuencia, si la reducción de precios se inicia pronto, lo más seguro es que sea suave y paulatina; en otro caso, podría pasar cualquier cosa.


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