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Emilio J. González

Sabiduría popular

La prudencia es siempre buena consejera. Esta máxima, que deben tener presente siempre los empresarios y los banqueros, es igualmente válida para la economía del hogar especialmente en unos momentos en los que las estadísticas oficiales sobre el endeudamiento de las familias lanzan mensajes si no alarmantes, sí al menos para tenerse en cuenta. Según el Banco de España, las deudas de los hogares han alcanzado máximos históricos, aunque el secretario de Estado de Economía, Luis de Guindos, quita hierro a la situación al recordar que su nivel todavía es bajo.

Las deudas adquiridas por las familias, además, son, esencialmente, para comprar una casa, y es ahí por donde puede venir el problema. Esos créditos se han asumido sobre dos bases: la fortaleza de la creación de empleo que se ha vivido en los seis últimos años y los tipos de interés históricamente bajos que conoce la economía española desde que logró por derecho propio el pasaporte para el euro. Lo primero, por ahora, no tiene visos de cambiar a pesar de que la desaceleración económica se está traduciendo en un menor ritmo de generación de puestos de trabajo. Pero éstos se siguen creando en vez de destruirse, algo de suma importancia para las finanzas familiares porque tener un empleo significa poder atender al pago de las deudas a medida que van llegando sus vencimientos. En cambio, los tipos de interés sí pueden cambiar, y no precisamente para bajar más allá del 2,5%-2,75%.

Hoy, el precio oficial del dinero en la zona del euro, y por tanto en España, es muy bajo porque la economía apenas crece –el PIB de los doce aumentó el 0,3% en el tercer trimestre– y tanto el ritmo de aumento de la inflación como el de la masa monetaria están frenando para acercarse a los objetivos marcados por el BCE. Pero esta situación no será permanente. Son cada vez más los datos que indican que la economía europea se recuperará en 2003, lo que llevará aparejado subidas de tipos de interés derivadas de mayores demandas de crédito para inversión y consumo y de la necesidad de prevenir las tensiones inflacionistas que son consustanciales con un mayor dinamismo de la actividad productiva. En consecuencia, lo lógico es esperar en un horizonte temporal no demasiado corto que el precio oficial del dinero se encarezca.

Las familias deben tener en cuenta este escenario a la hora de pedir un préstamo. Hoy es muy tentador solicitar un crédito hipotecario porque los tipos de interés son muy bajos pero, en unos pocos meses, no lo serán tanto. En términos prácticos, las letras que hoy pesan poco en las economías domésticas mañana serán más onerosas.

Con razón ha advertido a las familias el vicepresidente económico del Gobierno, Rodrigo Rato, que sean prudentes si piensan solicitar un crédito hipotecario en estos momentos porque la subida de los tipos de interés puede ahogar muchas economías domésticas y eso, además de ser un serio problema para ellas, se puede traducir en menos crecimiento económico porque el consumo se retraería. La prudencia, por tanto, sigue siendo buena consejera, como reza la sabiduría popular.

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