Menú
Emilio J. González

Sin salida

El Gobierno argentino que por ahora preside Eduardo Duhalde está dispuesto a volver a un sistema de cambio fijo entre el peso y el dólar. Con ello trata de evitar el desplome de la divisa local frente al billete verde, lo que acarrearía problemas aún más graves que los que padece el país porque alimentaría la hiperinflación y las protestas sociales en una economía ya de por sí bastante devastada por los errores políticos.

La idea, tal y como están las cosas, podría tener sentido. El retorno temporal al sistema de cambio fijo podría frenar esas tensiones inflacionistas que ya se están produciendo y servir de punto de apoyo sobre el que edificar la más que necesaria política económica de construcción nacional. El problema es que ese modelo cambiario aguanta en tanto en cuanto el mercado se lo permita; en caso contrario, impondrá su ley, bien de forma oficial, bien en el mercado negro, y la medida no servirá para nada.

El Ejecutivo, además, todavía no sabe qué hacer con el corralito. No quiere que se ejecuten las sentencias judiciales en contra, a pesar de que amparan un derecho básico como es el de disponer de los bienes propios, en este caso los ahorros. Ahora pretende convertir esos ahorros retenidos en bonos porque se ha creado tal desconfianza sobre el Gobierno, la banca y su capacidad para devolver ese dinero que el sistema financiero podría quebrar si, como es previsible, todos los ciudadanos retiran su dinero de las entidades de crédito para conservarlo. Eso es lo que pasó en EEUU en la crisis de 1929 que dio lugar a la Gran Depresión, de la que tardó diez años en salir. En Argentina, el final del túnel puede estar mucho más lejos porque sin un cambio de rumbo, no hay salida. Y el Gobierno no parece dispuesto a darlo y los ciudadanos son incapaces de promover un cambio para salir de un problema que han creado entre todos: los políticos que los representan y los propios argentinos que se han llevado sus dólares fuera del país y que se han negado y se niegan a pagar impuestos.

En Opinión