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Emilio J. González

Un cierre en falso

El árbitro nombrado por el Gobierno para resolver el conflicto entre Iberia y los pilotos del Sepla, el ex presidente del Consejo Económico y Social, Federico Durán, ya ha empezado sus trabajos, con el fin de emitir su laudo no más tarde del jueves. El Ejecutivo, sin duda, estará satisfecho: de momento, los pilotos han desconvocado todos los paros previstos y el Gabinete se ha sacudido de encima la presión social y la mala imagen de que, una vez más en lo que va de legislatura, no hace nada. Estos réditos, sin embargo, son muy pequeños en relación a las consecuencias negativas que puede tener el acudir al arbitraje, y no porque Durán no vaya a hacerlo bien --es pronto para juzgarlo--, sino porque abre las puertas a que la conflictividad resurja en el futuro.

No están muy claras las razones por las que Iberia decidió en la medianoche del jueves al viernes suspender los vuelos. Parece ser que las razones alegadas de no poder garantizar la seguridad no eran más que excusas y de lo que se trataba, en realidad, es de una medida de fuerza de la compañía para contrarrestar la presión del Sepla. Y es que lo que se dirime actualmente no es la cuantía de la subida salarial a los pilotos sino quién gana el pulso entre Iberia y el Sepla y, con ello, si se zanja definitivamente el conflicto de cara al futuro o si, por el contrario, es un mal crónico como en los últimos diez años.

Precisamente por lo que está en juego, el Gobierno no debería de haber intervenido o, en el peor de los casos, debería haberlo hecho en favor de una compañía en cuyo saneamiento se han enterrado cientos de miles de millones de pesetas de dinero público, es decir, de todos los españoles. Y es que un laudo favorable, o no contrario, a los intereses de los pilotos, les dará alas para repetir en el futuro demandas y actuaciones como las que hemos visto a lo largo de los últimos meses, con lo que se corre el riesgo de perjudicar seriamente la competitividad de la compañía. Así empezaron los problemas de Aerolíneas Argentinas que han desembocado en su quiebra técnica.

Por supuesto, todavía hay que conocer el laudo. A lo mejor, Durán da una sorpresa y falla completamente a favor de Iberia, pero, a priori, no parece lo más probable. Ese es el peligro porque, entonces, el Sepla se habrá salido con la suya, aunque sólo sea parcialmente, y tendrá incentivos de sobra para volver a la carga en el futuro una vez que le ha tomado la medida al Gobierno. El arbitraje, por tanto, puede ser una solución al conflicto, pero también puede ser, quizá con más probabilidades, un cierre en falso de la crisis.

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