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Emilio J. González

Una decisión racional

El sentido común y la racionalidad empiezan a abrirse paso en la Unión Europea. El eje franco-alemán, hasta ahora motor de la UE, ha decidido congelar las ayudas a la política agrícola común -la famosa PAC- a partir de 2007, un acuerdo que cuenta con el apoyo de España. Y es que pocas cosas comunitarias podrían ser más lógicas.

La PAC se lleva prácticamente la mitad del presupuesto comunitario y de ella se benefician todos los estados miembros, en mayor o menor grado. Pero ahora la UE camina con rapidez hacia la ampliación a los países del este, unas naciones con economías no muy desarrolladas en las que la agricultura sigue siendo, con diferencia, la actividad productiva de más peso. Por consiguiente, la ampliación significaría disparar los gastos de la PAC y, en consecuencia, el presupuesto comunitario si la política agrícola común no se reforma. Al decidir Francia y Alemania congelar esta partida a partir de 2007, están dando también el pistoletazo de salida a la necesaria reforma de esta política, aunque sólo sea por la necesidad de cambiar las reglas para atenerse todos, los miembros actuales de la UE y los que se adherirán en los próximos años, a un fondo de ayudas y subvenciones al campo que no va a crecer.

Por otra parte, la PAC ha sido una fuente permanente de ineficiencias económicas para la agricultura comunitaria porque, con su sistema de subvenciones, ha dado lugar a producciones excesivas para las que no hay mercado y a un sistema de protección al sector primario que ha creado y crea muchos problemas desde la óptica del comercio internacional, entre otros ámbitos, a las importaciones procedentes de los países del Tercer Mundo. La congelación de las ayudas no supondrá el final de esta situación pero sí, al menos, el inicio de su corrección. Por supuesto, habrá países, como Francia, que tendrán que realizar importantes esfuerzos para adaptarse al nuevo escenario que se dibuja en cuanto venza el actual sistema de ayudas. Pero cuando nadie quiere poner un solo euro más en las arcas comunitarias, en especial una Alemania con serios problemas presupuestarios que es la primera contribuyente a los fondos de la UE, o se actúa de forma racional o no se va a ninguna parte. Y la racionalidad, en este caso, ha empezado a abrirse camino.

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