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Emilio J. González

Una vejez de miseria

Nos aguarda una vejez de miseria como no tengamos algunos ahorros o algún plan privado de pensiones porque con la prestación que nos va a pagar la Seguridad Social cuando llegue el momento de la jubilación no vamos a tener ni para pipas.

La decisión del Gobierno de no dotar este año de nuevos recursos al Fondo de Reserva de la Seguridad Social es una señal muy alarmante no sólo de esa realidad económica que el Gobierno niega por activa y por pasiva, sino, sobre todo, del futuro que aguarda a los trabajadores de hoy cuando llegue el momento de la jubilación. Un futuro que empieza a perfilarse con las características de una vejez de miseria gracias a nuestro campeón del socialismo, esto es, a Zapatero.

Resulta que el Ejecutivo estudia no aportar nada este año porque, aunque contablemente el sistema público de pensiones sigue en superávit, como está autorizando a las empresas en dificultades a aplazar los pagos a la Seguridad Social a causa de una crisis en la que el Gobierno se ha convertido en el problema, y no en la solución, en realidad las cuentas de la Seguridad Social están ya en números rojos porque lo que ingresan efectivamente es menor de lo que ya están pagando en prestaciones por jubilación. Es decir, el modelo ya ha entrado en déficit a causa de la más que deteriorada situación económica y laboral. En otras ocasiones, el Gabinete no ha tenido el más mínimo reparo en aportar dinero a la hucha de las pensiones, por muchos aplazamientos a las empresas que hubiera, pero ahora se muestra más que reacio a ello. ¿Por qué? Sencillamente, porque en las arcas del Estado no hay ni un euro y Zapatero se niega a recortar y reestructurar el gasto público.

Me viene en estos momentos a la memoria la advertencia al respecto que lanzó hace unas semanas el gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, cuando alertó acerca de que el excesivo endeudamiento en el que estaba entrando el Gobierno iba a poner en peligro el futuro de las pensiones. Por supuesto, enseguida los miembros del Ejecutivo y sus amigos de los sindicatos se le echaron a la yugular por decir semejantes cosas, pero le pese a quien le pese tenía toda la razón. Hoy lo vemos claramente. Si en lugar de tanto tirar el dinero con el dichoso Plan E, con el ‘cheque baby’, con los 400 euros y demás ocurrencias populistas de nuestro campeón del socialismo, no lo hubiera gastado, hoy tendría margen para poder seguir dotando de recursos al Fondo de Reserva. Si en lugar de dilapidar decenas de miles de millones en el salvamento de unas cajas de ahorros arruinadas por los políticos dejara que quebrase quien tuviera que hacerlo, este país se ahorraría un dinero tan necesario para las pensiones. Si en lugar de dar más miles de millones de euros a las autonomías para que sigan despilfarrando a espuertas, esos recursos fueran a parar a la hucha de las pensiones, su futuro no estaría tan en peligro. Esto es, simple y llanamente, sentido común.

Zapatero, sin embargo, no quiere ni oír hablar de estas cosas. Él sigue gobernando a golpe de ocurrencia inspirada por un socialismo rancio y un populismo electoralista y no está dispuesto a cambiar de planes, sobre todo cuando sigue creyéndose su propia patraña de que la recuperación de la economía española está poco menos que a la vuelta de la esquina. Lo malo es que esto no va a suceder porque si bien la caída de la actividad productiva puede tocar fondo en la primera mitad del próximo año, eso no implica necesariamente la vuelta a tasas de crecimiento generadoras de empleo. Por el contrario, todo apunta a un largo periodo de estancamiento y altas tasas de desempleo porque todavía no se ha producido el ajuste de precios en la vivienda, a causa del Gobierno; porque los bancos se enfrentan a pérdidas multimillonarias porque ni se ha hecho ni se está haciendo nada para superar la crisis; porque las familias están endeudadas hasta las cejas y están restringiendo su consumo; porque el Gobierno, con tanto déficit y tanta deuda pública está secando las posibilidades de financiación de las empresas y de los hogares; porque no hay el menor atisbo de que se vaya a aprobar la necesaria reforma laboral que genere puestos de trabajo; porque los impuestos suben porque Zapatero quiere seguir gastando a manos llenas. Así no va a repuntar la economía y vamos a estar condenados a vivir con altas tasas de paro durante mucho tiempo.

Este escenario, que diga lo que diga Corbacho es el que comparte la práctica totalidad de los analistas de dentro y fuera de nuestras fronteras, es, precisamente, el menos adecuado para equilibrar las cuentas de la Seguridad Social. Todo lo contrario, cuantos más parados haya, menos ingresos tendrá el sistema de pensiones y mayor será su déficit. El Fondo de Reserva se concibió para cubrir todos los años ese desfase cuando las cuentas de la Seguridad Social se tiñeran de rojo. Pero al paso que vamos, entre tanto desempleado y la tan poca aportación a la hucha de las pensiones, esos casi 60.000 millones de euros van a durar poco tiempo. ¿Y entonces qué? Pues a bajar las pensiones o a subir todavía más las ya de por sí elevadas cotizaciones a la Seguridad Social y a seguir alimentando el paro con ello.

El futuro, por lo general, es incierto, pero para las generaciones de españoles que ahora trabajan, si les queda un empleo en que hacerlo, éste se va presentando con mucha claridad: nos aguarda una vejez de miseria como no tengamos algunos ahorros o algún plan privado de pensiones porque con la prestación que nos va a pagar la Seguridad Social cuando llegue el momento de la jubilación no vamos a tener ni para pipas, aunque a algunos les va a estar bien empleado por confiar tanto en el Estado y en los socialistas.

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