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Emilio J. González

ZP convierte a España en un solar

Esos 8.000 millones de euros sólo servirán para sacar temporalmente del desempleo a un grupo de personas y devolverlas a él pocos meses después. Si esos recursos se emplearan en bajar impuestos a las empresas los resultados serían mejores y más duraderos.

Por lo que estamos viendo y oyendo, el Gobierno sigue pensando que los problemas de empleo van a resolverse por sí solos y, además, "a partir de mediados del año próximo", según el discurso oficial que ha repetido recientemente el muy disciplinado ministro de Trabajo, Celestino Corbacho. Sin embargo, todo apunta a que nada está más alejado de la realidad que esos deseos del Ejecutivo que todos quisiéramos que se cumplieran.

En noviembre, el paro se incrementó en otras 171.000 personas hasta rozar, prácticamente, los tres millones de desempleados. Sólo faltan 11.000 para alcanzar semejante cifra que, sin duda, se batirá con creces en diciembre, según todos los pronósticos. Diciembre es un mes en el que tradicionalmente se crea empleo, vinculado a la campaña de Navidad en el comercio y la hostelería. Sin embargo, este año, con las empresas restringiendo gastos y las familias apretándose el cinturón, con las ventas en los comercios desplomándose y los precios en algunos ramos teniendo que bajar a marchas forzadas para poder vender algo, parece difícil que se vaya a producir ese alivio navideño. Por el contrario, todo apunta a que el paro volverá a subir y, además, que lo seguirá haciendo durante todo 2009 hasta alcanzar la cifra de cuatro millones de desempleados y una tasa del 16%, según las previsiones que manejan los analistas. Semejantes cifras no es que sean alarmantes; es que devuelven a España a los peores tiempos de la democracia en materia laboral y destruyen de un plumazo todo lo que se ha avanzado desde 1996. Por eso se requieren medidas de calado, de naturaleza estructural.

¿Qué hace el Gobierno en estas circunstancias? Pues lo de siempre, o sea, nada de nada. Zapatero se cree que con los 8.000 millones de euros que va a dar el año próximo a los ayuntamientos para que rehabiliten edificios y mejoren los entornos urbanos, ya está todo resuelto. Pues no señor. En primer lugar, y si nos creemos lo que dice el Ejecutivo acerca del impacto de dicha medida, ese dinero creará 300.000 puestos de trabajo. Lo malo es que al ritmo al que se está destruyendo empleo en la economía española, en tan sólo dos o tres meses el paro ya habrá añadido otros 300.000 efectivos a sus filas. Es decir, que esa medida va a servir de muy poco. Además, todo apunta a que esos empleos serán temporales y finalizarán en cuanto acaben las obras a las que se van a destinar esos recursos. O sea, que esos 8.000 millones de euros sólo servirán para sacar temporalmente del desempleo a un grupo de personas y devolverlas a él pocos meses después. Si esos recursos se emplearan en bajar impuestos a las empresas, sobre todo a las pymes, los resultados serían mejores y más duraderos. Pero Zapatero no quiere oír hablar de eso. Lo que él quería era poner en marcha esa idea suya de que los ayuntamientos contrataran gente para amortiguar la caída de la construcción y ya lo ha conseguido. Sin embargo, y por desgracia, ahí se ha quedado todo.

El Gobierno sigue sin comprender que lo que está pasando en España ya no es cosa tan sólo de que la construcción haya saltado por los aires, ni de que el crédito escasee en los mercados financieros. Aquí está sucediendo algo mucho más serio: el final de un modelo de crecimiento que tendría que haberse cambiado hace tiempo. Pero como Zapatero desde que llegó a La Moncloa se ha negado a hacer política económica y a aprobar las reformas estructurales que necesitábamos, ahora tenemos que sufrir las consecuencias. Pretender arreglar los problemas tirando de la chequera en forma de políticas asistenciales o de ocurrencias como la contratación de los ayuntamientos –muy al estilo de su tan admirado Franklin D. Roosevelt y su New Deal– no es lo que precisamos ni lo que va a sacar a España de las graves dificultades actuales. Esto es lo que el Gobierno tiene que meterse en la cabeza de una vez por todas, empezando por aceptar las cosas como son. De nada sirve poner en marcha su primera ocurrencia si las medidas que se aprueban no responden a un plan concienzudo y bien meditado sobre la naturaleza de los problemas de la economía española y las soluciones que se precisan para resolverlos. Como sigan así las cosas, y mucho me temo que tenemos política zapateril para rato, los socialistas van a convertir a España en un solar más vacío que la política económica de Zapatero.

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