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Encarna Jiménez

Beth no salió a flote

Riga no sólo fue el lugar donde se suicidó Ganivet, sino la plaza en la que Uribarri perdió el entusiasmo por el festival de Eurovisión. El presentador adivino, nada más ver la actuación de Beth, se quedó sin palabras. Ni una referencia a lo que fue una mala interpretación. En su lugar, un silencio ominoso que hacía presagiar un hundimiento en toda la regla. Al final no fue tanto, pero Uribarri, poco motivado, ni siquiera supo decirnos al concluir las votaciones si la catalana había quedado en el puesto octavo o el noveno. A la chica de Súria le cambiaron el tono de la canción, la vistieron con una especie de sujetador metálico que le sacaba los defectos: poco pecho y tripa teñida, la coreografía era simplona y a ella le faltó pasión.

La 48 edición del festival de Eurovisión pasará a la historia por ser una de las más aburridas de todos los tiempos. Fue como un ejercicio de primeros pasos en todos los aspectos. Las canciones eran las de siempre, el inglés de primeras lecciones de “Follow me”, las coreografías de pena y la puesta en escena, una apoteosis de luminotecnia mareante. Encima, los cantantes ni siquiera lucieron un mal gusto chirriante, sino de medio pelo. Hubo un poco de emoción en las votaciones, cuando no se sabía si iba a ganar Rusia, Turquía o Bélgica, pero el conjunto resultó tan lamentable como cabía esperar.

Entre las notas curiosas destacó que el Reino Unido consiguió cero puntos, algo inaudito, mientras que Turquía, con una cantante mezcla de Mónica Naranjo y urí de las Mil y una noches, se alzaba con la victoria. Las Tatu casi ganan sin desnudarse, y eso que más que cantar lanzaron gritos modosamente vestidas con vaqueros y camiseta. Portugal concursó con una mujer elegante, una verdadera excepción en la noche del sábado, Austria llevó a un payaso, Polonia tuvo interés, aunque sólo fuera por el aire de Mad Max del intérprete principal y Bélgica, con un trío que hablaba una especie de esperanto, fue la única alegría que tuvo Uribarri en toda la noche. No sólo porque la cantante era de Lugo y se acompaña de gaita, sino porque no falló el país a la hora de votarnos, como tampoco dejó de asistirnos Israel.

Con esos mimbres resulta desproporcionada la apuesta de TVE en la promoción de un festival que musicalmente resulta lamentable y que le falta hasta la gracia “kitsch” del de la OTI. Si Gestmusic sigue al cargo del negocio de “Operación Triunfo” el próximo año tendrá que presentar a Yola Berrocal y Pocholo para echarle morbo al festival, porque no es posible que hayan acabado deprimiendo hasta a José Luis Uribarri, incapaz de levantar el ánimo con alguna referencia patriótica. Y es que el apoyo de Pujol a Beth no podía traer suerte.

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