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Encarna Jiménez

El cardenal Amigo

Con el estado de salud del Papa Juan Pablo II como telón de fondo, Carlos Dávila entrevistó en “El tercer grado” al arzobispo de Sevilla, el franciscano Amigo Vallejo, un eclesiástico especialmente popular en su tierra de adopción. La reciente propuesta del Papa para incluirlo dentro del colegio cardenalicio ha hecho que se destacara por lo que supone para la cuota española en el gobierno del Vaticano. Esta circunstancia, junto a su proverbial manera de hablar claro y no esconderse ante temas difíciles de índole política y moral, lo convertían en personaje “noticiable”.

Amigo es un clérigo de aspecto agradable y, a la vez, solemne, al que le sentarán tan bien los ropajes de cardenal como el traje negro. Tiene el verbo fluido y no utiliza un lenguaje críptico. Por eso quizá supo a poco la entrevista que le hizo Carlos Dávila en “La 2” de TVE. Dávila, que se encontró con un ferviente seguidor de la línea de Juan Pablo II, no dejó en el tintero temas candentes en la doctrina de la Iglesia Católica como la homosexualidad y el derecho a la adopción, la actitud de los obispos vascos ante la violencia etarra o la investigación científica con células madre, pero pasó tan de puntillas que apenas pudimos disfrutar de que se explayara en sus argumentos el arzobispo.

Es una lástima que, en virtud del tiempo del programa, se hagan introducciones que devoran el tiempo destinado a las preguntas y respuestas. Un personaje como el cardenal Amigo, en estos momentos, es interesante que sea entrevistado en la cadena pública. En primer lugar, porque es una oportunidad de tener una voz autorizada de la Iglesia, que sigue teniendo una vital importancia en las conciencias de los españoles, y en segundo porque su inclusión dentro de los 35 cardenales que elegirán al nuevo Papa en su momento, o se harán cargo de la gestión del Vaticano es un asunto de interés y actualidad. Por eso resulta un tanto descorazonador que se vaya la media hora de programa sin que el invitado haya dado de sí todo lo que cabría.

“El tercer grado”, que es un ejemplo casi único de programa de entrevistas que puede tener interés, se ha venido configurando en la mayoría de los casos como una “laudatio” de los invitados y así ocurre como con el arzobispo Amigo. Se cita que estuvo en contra de la Guerra de Irak, pero no se le pide que lo explique, tampoco que se explaye sobre el tema vasco o sobre la Iglesia y la homosexualidad. Con lo claro que suele hablar el cardenal Amigo, es una lástima que no se aprovechara la oportunidad para que el franciscano hablara más y el presentador menos.


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