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Encarna Jiménez

Escaramuzas en el Congreso

La elección del director de RTVE ha sido el primer asunto que ha puesto de manifiesto la batalla entre el PSOE y el PP sobre el modo de reconducir la televisión pública. El Partido Socialista, con el apoyo de Izquierda Unida y del PNV, propone que el director sea elegido por el Congreso, mientras el Partido Popular, Coalición Canaria y Convergencia i Unió, se oponen a tal medida. Por supuesto, nadie se cree que el hecho de que un cargo, que es pura responsabilidad del Gobierno, sea elegido o ratificado por la cámara de representantes solucione los graves problemas de RTVE, pero estamos ante una guerra de desgaste en la que lo que prima es denunciar la tradicional manipulación de las cadenas pú-blicas por el ejecutivo que las nombra.

La prueba de que éste es un tema que sólo sirve para enredar es que los partidos defienden posturas distintas según el territorio desde el que hablen. Los políticos no ofrecen alternativas distintas según su ideología, sino formas de resistencia a que les quiten poder allá donde mandan o que les dejen más margen de maniobra si son minoritarios. Pocas esperanzas hay, si nos fijamos en lo que han venido haciendo los diputados desde hace años, de que puedan aportar soluciones prácticas para la mejora de las televisiones públicas. Ellos están en una guerra que tiene que ver con el control del ejecutivo y prefieren desconocer la letra pequeña de los contenidos si no les afectan directamente.

Por más que se apele a la necesidad de un “pacto de Estado” sobre las cadenas públicas, el consenso no parece que pueda llegar más allá de la creación de unos Consejos del Audiovisual donde se intercambien tópicos sobre la pequeña pantalla. Si se acaban dando la mano gobierno y oposición será para hacerse una foto en la que el director de turno, con el permiso de la autoridad competente, grabe la imagen de unos políticos con cara de hacernos un buen servicio.

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