El optimismo ha ganado, y hay razones para ello, en la conmemoración televisiva del 25 aniversario de la muerte de Franco y la proclamación como Rey de Juan Carlos I. Los efectos benéficos de la Monarquía Constitucional han primado sobre el recuerdo del final del franquismo, excepción hecha de algunos programas emitidos en cadenas autonómicas. TVE ha capitaneado esta estrategia comunicativa con afán constructivo encargándole a Victoria Prego un especial de 90 minutos muy bien documentado y con testimonios de toda la familia del Rey emitido el domingo. Una pieza que está llamada a ser, como su serie sobre la transición, uno de los documentos imprescindibles de la memoria de TVE.
Antena 3, por su parte, presentó cuatro reportajes estimables en “Espejo público”, en el que se subrayaron aspectos sociológicos de la España del 75 en comparación con la actual. Como no podía ser menos, el hoy se pintaba más feliz salvo en un apartado, el de la televisión, en el que la nostalgia de una época de monopolio con su familia “Telerín”, Iñigo, los payasos de la tele, Giorgie Dann y Camilo Sexto pintaba una familia unida en torno al tótem de la sala de estar. Por más que la estética de los 70 sea uno de las más reivindicadas en los programas del 2000, en algún momento alguien tendrá que plantearse hacer un buen documental sobre lo que era de verdad TVE y lo que viene arrastrando desde hace 25 años. Quizá el resultado no sea tan optimista como el programa de Victoria Prego sobre la monarquía, pero es igualmente necesario.
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