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Encarna Jiménez

La campaña televisada

La campaña electoral iba a tener unos espacios televisivos pactados que no se correspondían con las expectativas creadas ante unas elecciones decisivas. Hasta el último momento, TVE no iba a ofrecer programas en “La Primera”, pero unas horas antes de que comience la campaña con la tradicional y algo obsoleta “pegada de carteles”, la Junta Electoral ha marcado la participación de TVE con espacios emitidos a buenas horas y con cobertura nacional. Sin embargo, en contraste con la temperatura que están adquiriendo los actos de propaganda de los partidos que compiten -en la que no faltan los “revientamítines”- los debates y “spots” publicitarios que se anuncian no dejan de suponer un tratamiento que parte con unas expectativas de audiencia no demasiado amplias.

El hecho de que nos encontremos oficialmente ante unas elecciones locales y autonómicas reduce la cobertura de la mayor televisión pública, TVE, y circunscribe a cadenas minoritarias las intervenciones oficiales de los partidos. Si tenemos en cuenta que la red de televisiones regionales tiene un 18% de cuota de pantalla, sería una verdadera sorpresa que los telespectadores, por escuchar a sus líderes, aumentaran espectacularmente el seguimiento de las cadenas autonómicas y siguieran los espacios electorales de manera masiva. No es descartable que las televisiones locales se hagan amplio eco de la contienda municipal y, en ese sentido, los candidatos jugarán sus bazas, pero, en todo caso, también nos situamos en porcentajes no demasiado altos.

Antena 3 y Telecinco, pueden seguir con su programación habitual sin alteraciones dignas de mención, de modo que, salvo algún especial de Fuentes y unos cuantos “desayunos”, es en el terreno de los informativos donde se va a librar la batalla de la propaganda, más que en los espacios propiamente electorales. Los partidos pueden llegar sin sangre a pactar debates e intervenciones en las televisiones públicas, pero las cadenas importantes tienen un amplio margen de discrecionalidad, y de manipulación por lo tanto, de los actos políticos.

La polémica sobre el distinto tratamiento a los contendientes, probablemente, se centrará más en la manipulación de las noticias en las televisiones públicas que en la posibilidad de contar con espacios de tirón con líderes nacionales. No es casual que ya haya habido críticas desde la oposición al protagonismo de Aznar. La acción de Gobierno en materias de índole nacional e internacional va a ser una constante en los próximos días con el propósito de intervenir en la decisión de voto que, según dicen los expertos, no suele modificarse más de un 5% en el periodo de campaña.

Parece que en estas elecciones los márgenes de maniobra en televisión no son demasiado amplios, pero es tan decisivo el voto en unas elecciones muy reñidas, que los directores de campaña van a tener que afinar mucho en sus comparecencias, y no solo en las reguladas, sino en cualquier acto electoral. Por salir en un telediario en perfecto estado de revista van a tener que pelear y cerrar filas, porque se va a intentar robar foto al contendiente, romperle los esquemas con reventadores de actos y otras estrategias poco ortodoxas para ganar unos minutos de propaganda en los momentos de mayor audiencia.

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