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Encarna Jiménez

La crisis de TVE

La dimisión de Marcelino Alonso, secretario general de TVE, y de Juan Antonio Romero, director general, ha puesto en evidencia la situación que vive el ente público, un círculo infernal en el que pierde audiencia al mismo ritmo que pier-de dinero. Los que acaban de salir del organigrama de TVE habían sido puestos por la SEPI para intentar controlar el gasto y contener el déficit, pero parece que los impedimen-tos han sido grandes. Se ha abierto la mano con los deportes y ahora Sánchez parece que está a favor de que no se conge-len las inversiones en la compra de películas y series de ficción.

El PSOE, al que no le preocupan las cuentas, no tiene ningún interés en que se controlen los números rojos y parece que se interesa por unos contenidos que tampoco han mejorado en los últimos tiempos. El panorama no lo pintan muy bueno por-que se supone que, sin tanta alegría presupuestaria, se pone en peligro el liderazgo de TVE en el ranking de las cadenas en abierto. Si esto es una tragedia para los publicistas, puede no serla para el espectador. Lo que ocurre en TVE es que el hecho de ser la primera no quiere decir que la rela-ción entre lo que nos cuesta y lo que nos da esté compensada y demuestra que los encargados de la programación han fraca-sado tanto o más que los de las cuentas, que ahora se mar-chan.

La experiencia nos dice que al PP parece que tampoco le im-porta que el agujero económico se agrande. Lo que le preocu-pa es no tener la suficiente holgura presupuestaria para mantener el ente en un momento electoral especialmente agi-tado. Mientras, los telediarios pierden credibilidad y no hay apenas productos de calidad que justifiquen el derroche del ente público.

La caída de directivos de TVE en unas semanas de movimiento en los despachos de todas las cadenas preludia un otoño en el que se llevarán el gato al agua los campeones del inmovi-lismo. Si las ideas para sanear las cuentas han sido esca-sas, las que se vislumbran en relación a los contenidos son nulas. Estamos a cero y nadie, Gobierno ni oposición, van a hacer nada por remediar una cuesta abajo de la televisión pública que está cantada.

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