"Mi gorda bella" es la apuesta de Antena 3 para competir con los culebrones de TVE y darle un poco de marcha a su franja de la sobremesa, que está perdiendo puntos. Al igual que hizo con "Betty la fea", la cadena ha vendido en su promoción que no falta humor en el serial. Quieren así presentar una producción bastante tópica como si fuera un ejercicio de distanciamiento con las leyes de un género que, si funciona, es porque los respeta y los adapta, o bien porque introduce elementos que implican a la audiencia. Es lo que ocurría con Betty, una serie que supuso una verdadera revolución en Colombia. El país se paralizaba en los momentos clave de la serie y sus guionistas trabajaban los diálogos y situaciones de manera menos mecánica que los de "Mi gorda bella".
En cien capítulos, que es la cifra con la que amenaza el culebrón, puede que haya lugar para que la audiencia española se enganche, pero si nos guiamos por el estreno, la serie tiene varios problemas frente a la competencia. En TVE, "Luna negra" y "Gata salvaje" están muy asentadas y resultan menos lejanas que la nueva "Gorda", mientras Telecinco ha afianzado posiciones con "Aquí hay tomate". De manera que no lo tiene fácil Antena 3 con esta apuesta.
Pero los problemas de "Mi gorda bella" no están sólo en el exterior. El argumento, que consiste en ver cómo una chica traumatizada que come demasiado acabará convirtiéndose en una belleza para conseguir el amor de su guapo primo, tiene más sentido en Venezuela, donde las mises están a la orden del día y las transformaciones físicas también. En España este es un asunto algo menos relevante en los mecanismos de ascenso social. Tampoco se entiende muy bien esa mezcla de elementos irónicos, como es una caracterización exagerada, y tópicos. El primer capítulo, que afortunadamente no fue doble, dio muestras de un verdadero cacao de "estilismos" varios en el que privaba el exhibicionismo corporal, se intentaba sacar partido a canciones famosas y se mezclaba la burla con las frases hechas.