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Encarna Jiménez

Las feministas y Umbral

Cuando un colectivo de mujeres feministas hace proclamas, convocatorias o denuncias, suele ocurrir que en los medios de comunicación, para abreviar, generalizan y dicen: “las feministas se manifiestan en contra de -por ejemplo- el concurso de Miss España”, o “apoyan la denuncia de la concejal de Ponferrada”. Naturalmente, feministas hay asociadas y sueltas, de distintos pareceres e ideologías, independientes y partidistas. Sin embargo, como lo que no hay desde hace tiempo son organizaciones feministas que tengan peso, las labores de denuncia, y menos de reflexión, andan diluidas entre las obligaciones de las instituciones y las iniciativas de grupos escasamente representativos o directamente sectarios.

Una de las iniciativas de algunos grupos feministas que más se han aireado estos días en la prensa ha sido la de intentar sacarle los colores a Francisco Umbral, premio Cervantes 2000, por su actitud y comentarios sobre las mujeres. Umbral, desde luego, no es ni pretende ser el canon del buen comportamiento, y cierto es que somos unas cuantas a las que nos hacen muy poca gracia sus aseveraciones sobre el género femenino. Sin embargo, menos sentido tiene que sus salidas o su forma de ver el mundo acaben siendo munición para un grupo de mujeres que, en nombre del feminismo, se mete a librar una batalla, ya perdida, en contra de que le hayan otorgado el Cervantes. Estos colectivos, piensan que, criticando a alguien famoso, adquieren notoriedad, cuando lo que consiguen es entrar en terrenos que no son cruciales para la me-jora de las condiciones de las mujeres y que, a la larga, les hacen perder credibilidad, no sólo a ellas, sino a todas las que todavía piensan -pensamos- que el feminismo no es una deformación de la mente.

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