Menú
Encarna Jiménez

Maltrato y espectáculo

La violencia contra las mujeres es un asunto tan grave que cuando la televisión, en su estado actual, lo aborda, da pánico. El espectáculo, la mezcla con el sensacionalismo y la comercialización de los testimonios engendran monstruos que ponen en guardia a cualquiera que no se plantee esta lacra social, y problema que no deja de agravarse, con cierta responsabilidad.
 
A diario vemos que las noticias más difundidas en televisión son la guerra entre Pepe Sancho y María Jiménez sobre palizas o crueldad mental; la supuesta denuncia de Carmina Ordóñez contra Ernesto Neyra o el follón continuamente estirado entre Chiquetete y Raquel Bollo. Es una forma de difusión de un problema y, a la vez, la manera que tiene el medio de convertir en material para su provecho un tema tan delicado como difícil de abordar en toda su amplitud.
 
Esta semana TVE, en uno de esos espacios que oscilan entre las buenas intenciones y la dinámica de los programas de testimonios, el presentado por Ana García Lozano que responde al título de "Esta es mi historia", abordó la violencia doméstica con una mezcla de servicio público y espectáculo televisivo que mueve a la reflexión sobre la eficacia de este medio audiovisual en la denuncia de los malos tratos.
 
Entre los expertos invitados había gente competente, la abogada catalana Magda Oranich, que lleva unos cuantos años defendiendo la causa de las mujeres, la criminóloga Inmaculada Trujillo y Miguel Ángel Casañ, un juez con conocimiento de causa, pero los casos que sirvieron de soporte, como el de Adelina, una malagueña con un rosario de atropellos, Araceli o María del Mar pusieron sobre la mesa la dificultad para que las mujeres tengan los instrumentos necesarios para evitar que las maltraten y hasta las maten.
 
Si el testimonio de Adelina ponía sobre el tapete la necesidad de una educación en la igualdad y la independencia de las mujeres para evitar las trampas que crea una dependencia que puede acabar en tragedia, el caso de Araceli, la colombiana que vio cómo su marido asesinaba a la hija de ambos, ponía los pelos de punta y entraba en el terreno de lo puramente criminal.
 
En los últimos tiempos algo se ha avanzado en la denuncia de los casos de violencia doméstica, pero no al ritmo que ésta se ha agravado, llegando a las cotas de muertes con las que casi a diario nos desayunamos. La Ley del 2003 ha supuesto un adelanto al elevar este tipo de agresiones de falta a delito, pero todavía queda la asignatura pendiente de una concienciación más profunda. Y ahí es donde surge la duda sobre el papel que un medio como la televisión puede desempeñar. Mientras no abunden los mensajes prácticos y directos en las cadenas públicas y ganen los programas con afán de espectáculo, cabrá la duda de que los intereses de las televisiones van por delante de los de las mujeres maltratadas.

En Sociedad

    0
    comentarios