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Encarna Jiménez

Maragall se escapa

Carlos Dávila, en un ejercicio que no suele practicar en “El tercer grado”, intentó el miércoles en “La 2” de TVE hacer una entrevista a Pascual Maragall ligeramente más agresiva de lo que es habitual en su programa. Como suele ocurrir en estos espacios que duran media hora, no hay demasiado tiempo para acorralar con preguntas y sacar lo mejor de los invitados, pero aún es más difícil si se tiene enfrente a un político astuto que ve venir al entrevistador y hace lo posible para que no lo lleve al terreno que pretende.
 
Pascual Maragall, que se presenta en las elecciones catalanas del 16 de noviembre como candidato del PSC-PSOE a la Presidencia de la Generalitat, y está a un paso de conseguirlo, se ha caracterizado en los últimos meses por trasladar a toda España su pretensión de reforma del Estatuto y de la Constitución. Este era el punto en el que Carlos Dávila quería insistir; sin embargo, Maragall no quiso definirse como nacionalista e intentó que sus arriesgados juicios, escritos y difundidos por otros medios de comunicación, quedaran diluidos en un torrente de palabras y un sistema atropellado de preguntas y respuestas que poco aclararon.
 
La España asimétrica, la plural, la nación de naciones, ser federalista, pero no nacionalista, o cambiar las circunscripciones judiciales o electorales fueron temas y conceptos que se manejaron en “El tercer grado” sin entrar a fondo. El resultado fue que más de la mitad del programa se perdió porque la idea del presentador, que era dejar patente el reformismo radical de Pascual Maragall, se topó con las respuestas escurridizas pero expresadas con cierto aplomo por parte del entrevistado.
 
Una vez más, al entrevistador le falló el esquema pues, para ese corto espacio de tiempo, la batería de preguntas tiene que ser más rápida y trabajada y, aunque, en esta ocasión, su insistencia, e incluso atropello, hizo que el entrevistado se creciera algo, lo que siempre va en beneficio del espectador, que ya está cansado de labores de aliño, poca agua pudo sacar del pozo.
 
Maragall se fue entero y, esta vez, no parece que eso ocurriera porque Carlos Dávila quiso ponérselo fácil, sino por una cuestión de táctica periodística. Pocos temas internos de Cataluña se trataron –apenas la inmigración– y el entrevistador tampoco sacó partido de los graves apuros de los socialistas valencianos y murcianos con las declaraciones sobre los trasvases de agua de Pascual Maragall. Habrá muchos que piensan que los delirios del socialista catalán, con su proyecto de Corona de Aragón donde antes había “Països Catalans” y otras veleidades transterritoriales, son cosas de enredante de altos vuelos, pero el resabiado Maragall supo salir del programa sin dar ni recibir. Así no hay quien saque titulares de un programa de televisión, ni siquiera el que lo dirige.

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