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Encarna Jiménez

Matar un debate

El debate de la 2 se emitió esta semana sin sus dos presentadores de referencia. Ni Urdaci, ni Luis Herrero, encargados del espacio, condujeron un programa, que parecía de circunstancias, presentado por un desconocido para la audiencia española, no sé si también de la catalana, llamado Daniel Domenjó.
 
Sin ninguna advertencia sobre el cambio, parece que, en el último momento echaron mano de la redacción de San Cugat, para llenar el hueco abierto a bombo y platillo por TVE para ejemplificar lo que puede ser un espacio en el que se hable más o menos sensatamente sobre temas de actualidad social y política.
 
Como el tema de las mujeres es muy socorrido, bajo el título “El papel de la mujer en el Siglo XXI”, llevaron a un puñado de abogados, empresarias y alguna torera para llenar el cupo y no decir nada. A estas alturas, convocar a una empresaria, Miriam Arnau, la psicóloga Victoria Sau, un periodista, dos abogados y una torera, era una manera de no llegar a ninguna conclusión ni avanzar en ningún aspecto novedoso o noticiable. Si a eso unimos que el conductor del programa era una especie de robot intercambiable con cualquier presentador de concursos, podemos hacernos una idea del gran interés que tiene TVE en mantener un debate que podía haber sido una excepción saludable pero que, a la primera de cambio, se ha convertido en una plataforma de los tópicos más manidos sobre la mujer conducidos por un mutante con nula personalidad.
 
Meter en el mismo saco a una empresaria con cierto criterio, una torera como Cristina Sánchez, unos señores entre resistentes y complacientes y una psicóloga antañona no puede desembocar más que en una oferta disuasoria para la audiencia.
 
Quizá ese sea el propósito último de esta TVE de la actual transición en la que Urdaci todavía sigue presentando telediarios y campañas del Ministerio de Sanidad para prevenir el infarto de miocardio, pero que está dispuesta a matar un debate con asuntos poco concretos y convocando a invitados tan variados que acaben con el interés de la audiencia por programas que supongan una alternativa al circo de Antena 3, con su colección de monstruos de la adivinación en “El castillo de las mentes prodigiosas”, o la final de “Gran Hermano VIP” en Telecinco, en la que Marlene Maurreau  ganó finalmente la soldada del concurso.
 
A estas alturas, hablar sobre la liberación femenina y sus déficits en el siglo XXI, no es de recibo ofrecer un debate añejo, repleto de tópicos y que, no sólo no puede aportar ninguna idea nueva, sino que ayuda a matar el tema a tratar y, de paso, un programa que nació con el propósito de abrir una ventana alternativa en la cadena pública.      

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