Ana Rosa Quintana no está pasando estos días un momento dulce. Las mieles de la fama que procura ser una estrella gracias a la televisión tienen su contrapartida en que los reveses son del dominio público. Es lo que le ha ocurrido al destaparse que unos párrafos de su exitoso libro “Sabor a hiel” coinciden punto por punto con los escritos por una de las más célebres autoras de best-seller del mundo anglosajón. Ana Rosa y la editorial Planeta han salido al paso del traspiés con unas excusas escasamente convincentes sobre las traiciones de la informática y las bases de datos, pero lo cierto es que el tinglado que montan las editoriales para vender libros aprovechando el tirón de los personajes que brillan en la pequeña pantalla ha quedado al descubierto con un ejemplo demasiado evidente. Las prisas de las editoriales por vender y de los famosos por convertirse en escritores de urgencia pueden llevar a descuidos que le pueden dar la vuelta a toda una carrera de profesionalidad en otro campo que no es el de la escritura.
Pero hay un aspecto especialmente chirriante en este caso. Con frecuencia, episodios y testimonios de dramas reales, en este caso de mujeres que sufren maltratos, son tomados a la ligera y metidos en la noria de un mercado en el que acaban primando los intereses comerciales sobre la denuncia de las injusticias. Y ahí es donde más peligra la carrera que una profesional viene construyendo desde hace años. Ana Rosa puede superar este bache porque no es una recién llegada, pero su credibilidad y su imagen de mujer sensible a los problemas de las mujeres va a sufrir una erosión importante. A Nieves Herrero le ha costado años recuperarse del tratamiento informativo que le dio al caso de las niñas de Alcácer y sólo con su trabajo y el tiempo ha vuelto a recuperar el pulso. Ana Rosa Quintana sigue al pie del cañón en “Sabor a ti” haciendo frente a las hieles de una fama mal administrada manteniendo el tipo y haciendo lo que sabe hacer muy bien: conducir programas de televisión con buenos índices de audiencia.
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