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Encarna Jiménez

Política en Gran Hermano

Pedro Oliva, también llamado Pedro “Cordero” por su amor desaforado a los ovinos, ha sido el ganador de la cuarta edición de “Gran Hermano”. Se ha llevado 50 millones de pe-setas brutos gracias a que su perfil rústico gustaba a la audiencia y era respetado por el resto de concursantes de la casa de Guadalix. Sin embargo, cuando ya ha concluido el en-cierro, han salido a la luz algunos detalles sobre su vida en libertad. Pedro es militante del Partido Aragonés Regio-nalista y miembro activo de la plataforma en contra del trasvase del Ebro, asunto que han destapado algunos murcia-nos que señalaron a Pedro como un activista que actúa en co-ntra del Plan Hidrológico Nacional.

Sus correligionarios celebraron en Zaragoza con gran alegría la victoria de Pedro en el pub “Con cierto sentido” de la capital aragonesa, pero Mercedes “chapapote” Milá quiso de-jar claro, en nombre de Telecinco, durante el último progra-ma dedicado a “Gran Hermano”, que el amigo de los animales de ninguna manera ha utilizado la fama o el tirón popular que le ha dado el programa con fines políticos. Es posible que sea así, pero la reina del lío, que mezcló en Nochevieja la crisis del Prestige con el encierro de Guadalix y la so-lidaridad tramposa, no se privó de decir en el epílogo de esta edición que sería un buen candidato a la alcaldía de Zaragoza. Y no en plan de broma.

Desde que a Ismael, el primer ganador de “GH”, le puso al-fombra roja en el Ayuntamiento de Cádiz Teófila Martínez, podemos esperar cualquier cosa del engrudo mental que se origina cuando los políticos se entusiasman con los que han conquistado la popularidad por cualquier vía. El afán por arrimarse a todo lo que huela a voto popular, aunque sea en un concurso poco edificante, destapa el ansia de fama de los políticos más ramplones.

Pedro, funcionario de la Diputación de Zaragoza, parece que ha querido deslindar la militancia en el PAR de su fama te-levisiva, entre otras razones porque el contrato con la pro-ductora lo liga a unas tareas de promoción de “GH” incompa-tibles con la política, pero el partido minoritario al que apoya no dejará pasar la oportunidad de explotar que cuenta entre sus filas con un “famoso” que puede aliñar el princi-pio de campaña en Aragón. Sólo el sentido común del zarago-zano y su compromiso empresarial puede hacer que las elec-ciones municipales no se conviertan en un concurso con las reglas del juego de Endemol.

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