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Encarna Jiménez

Se acabó el año “triunfal”

2002 ha dejado el panorama televisivo hecho unos zorros, pero todo está mucho más claro que hace un año. TVE sigue siendo líder, pero pierde fuelle y, sobre todo, sus informativos han quedado embadurnados. “Operación Triunfo”, que consiguió reunir a 13 millones de telespectadores en torno a Rosa en la final de Eurovisión, y la serie “Cuéntame”, que se ha despedido esta temporada aplastando a Gran Hermano, han sido sus grandes apuestas. También le ha ayudado el fútbol y, sobre todo, “El tiempo”, espacio que todas las semanas ha estado entre los diez más vistos. El cambio de director del Ente Público no ha abierto grandes perspectivas de cambio, ni en actitudes políticas, ni en contenidos, siempre de nulo riesgo.

Las televisiones públicas siguen ahondando en el agujero del endeudamiento. Las autonómicas avanzan en audiencia dentro de las cadenas generalistas, pero ni dejan de ser oficialistas ni ofrecen programas dignos de crédito. El anuncio de la privatización de algunas cadenas, como la valenciana Canal 9, no deja de ser una noticia mil veces repetida que se saldrá con algún apaño de productoras y grupos de comunicación que “pillen” un pedazo de la tarta sin librar al contribuyente de la carga de unas televisiones mediocres.

Las mayores convulsiones han llegado por los cambios en Telefónica que han desembocado en el aterrizaje de Martín Marín, y González Ferrari en Admira y el ascenso de Ernesto Sáenz de Buruaga. El baile de despachos no ha sentado nada bien a la programación de Antena 3, errática y con grandes fracasos que han llevado a una pérdida notable de audiencia en el último trimestre. El despido de Isabel San Sebastián puso, además, la guinda del intervencionismo por guerras mediáticas que ha acabado erosionando de manera grave a la cadena.

Tele 5, que se sitúa en segunda posición en las cadenas de cobertura nacional, ha acabado el año con la llegada de Berlusconi y un esfuerzo en hacer unos informativos de empuje. Sin embargo, su programación se apoya en la demagogia de Gran Hermano, Crónicas Marcianas y la resistencia de María Teresa Campos. Nada de lo que el espectador pueda alegrarse, aunque, desde el punto de vista empresarial, es saneada.

Con este panorama, no es extraño que el goteo hacia canales temáticos y locales sea continuo y marque una tendencia que será irreversible en el 2003, un año en el que podremos ver los efectos de la fusión de las plataformas digitales y de la “Ley del audiovisual” con todas sus consecuencias. Las batallas político-mediáticas serán fuertes el año que viene y, como no hay perspectivas de mejora en unos contenidos cada vez más ramplones, el público puede ir emigrando de las cadenas generalistas y de la televisión en general, lo que no deja de ser un horizonte optimista para la salud mental de los españoles.

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