Los tiempos en los que las series españolas eran la punta de lanza de la programación televisiva han acabado. En la última temporada se ha puesto de manifiesto que las cadenas españolas, públicas y privadas, no están dispuestas a asumir el riesgo de unas producciones que se ven desbancadas por “talk shows”, magazines y galas que son mucho más sencillas de hacer y consiguen una audiencia similar. Si hace unos años Emilio Aragón congregaba a diez millones de telespectadores con “Médico de familia”, ahora se tiene que conformar con los cuatro o cinco de “Javier ya no vive solo” en Tele 5. “Un paso adelante”, a pesar de aprovechar el tirón de las academias musicales, no consigue que Antena 3 meta un gol. TVE ha retirado “Ala Dina” después de hacer varias modificaciones en el formato que resultaron contraproducentes.
“Policías”, “El comisario” y “Hospital Central” mantienen el tipo buscando el hueco en la parrilla que les permita sobrevivir ante las películas americanas y, de los últimos títulos, no destaca más que “Cuéntame”, una éxito inesperado para las alforjas de TVE. Las series españolas, que se habían convertido en escuela de actores jóvenes, sustento de veteranos y alimento para guionistas y técnicos, están en el dique seco.
Si a ello unimos el parón que, según los afectados, está sufriendo la inversión en el cine español por parte de las cadenas y plataformas de televisión, hay motivos para pensar que un verdadero tropel de profesionales que trabajaban como guionistas, técnicos o actores en la industria audiovisual va a tener que pasar a la marginalidad o dedicarse a animar los debates sobre el embarazo de Norma Duval y los ligues de la familia Ordóñez.
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