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Encarna Jiménez

Sin ton ni son

Para llevar Andalucía por el mundo más vale el suicidio valiente de Remedios Amaya con su cero “points”

“Son de sol” es el grupo que representó a España en el festival de Eurovisión con escaso éxito. Tres hermanas de Écija participaron en el cincuentenario del festival con una canción titulada “Brujería” que a punto estuvo de quedarse sin puntos si no hubieran venido en su socorro algunos habitantes de Portugal y Andorra. El entusiasmo que produjo la participación española en el orbe eurovisivo era similar al que le ponía la presentadora del evento, Beatriz Pecker, que le sobra experiencia y tiene una bonita voz, pero que difícilmente puede transmitir la emoción que no siente y entretener la espera con un anecdotario como el de Uribarri.
 
Mala noche para TVE que, además, tenía en Telecinco una competidora, Luisa Ortega, hija de Manolo Caracol, en “Salsa Rosa”. Toda una personalidad que casi arrincona al grupo de periodistas avezados en acoso de invitados mediante cheque. El derby madrileño, a pesar de ser tan lamentable, también le quitaría público al festival, y eso que en Ucrania lo hicieron a lo grande, con presidente incluido, que ya son ganas de darle importancia a un concurso de disfraces.
 
En Eurovisión cada vez es todo más falso. La griega vive en Suecia, los suizos están representados por unas chicas estonas y la canción la compone el mismo autor que se la hace a Alemania. Este año ha habido muchas chicas sexys y grupos con aires étnicos que acompañaban músicas similares. La mitad de las participantes iban vestidas de la misma manera: mucha faldilla y trapos para enseñar las piernas, un toque de percusión y mucha tecnología punta en el recinto.
 
Como es época de mensajes de paz y amor, el revuelo de faldas de colorines de Sole, Espe y Lola, las hermanas de “Son de sol” no pegaba ni con cola. Para llevar Andalucía por el mundo más vale el suicidio valiente de Remedios Amaya con su cero “points”. El rap chuleta del acompañante del grupo, con aire de delincuente hispano, y el mensaje antiguo de la canción era lo más inadecuado para un festival del que se busca el desenganche, a pesar de que TVE programó varias horas antes un “especial” presentado por Carlos Lozano que recordó las glorias de la “Operación Triunfo” que hizo de Rosa una estrella que arrastró a 14 millones de españoles a ver la final. Es difícil que vuelva a repetirse la hazaña, aunque TVE ya tiene previsto que el próximo sábado Rosa sea la protagonista del estreno de un programa titulado “Gente de primera” que lleve la música y el concurso a una noche en la que TVE no da ni una.
 
Este festival que no proporciona alegrías ni a los mayores devotos del “kitsch” es un lío entre oriente y occidente, vecinos, amigos y enemigos que no hay modo de desenredar. Sobre todo si todo suena igual y la presentadora no encuentra argumentos, aunque sean inventados, para explicar las razones de ese monumento al vacío que es el festival de Eurovisión, donde ni siquiera se puede ver un vestido en condiciones firmado por Courrèges o Pertegaz. Y es que lo de Massiel y Salomé hasta tenía un nivel.

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